noviembre 8, 2024

¿Qué es un dinosaurio?

Los dinosaurios son un grupo extinto de reptiles, conocido tan sólo a través de restos fósiles. Las palabras dinosaurio y fósil tienen un significado peyorativo en el lenguaje corriente; se llama dinosaurio a alguien o a alguna organización que sigue viviendo cuando ya no se le necesita; un fósil es una persona vieja, seca y aburrida. Entonces, ¿por qué tantas personas los encuentran fascinantes?

Los dinosaurios responden al niño que todos llevamos dentro; amplían la imaginación y despiertan nuestro asombro. ¿Cómo es posible que fueran tan grandes? ¿Cuánto tiempo vivieron? ¿Por qué se extinguieron? Sin duda, sólo una persona triste y aburrida, un auténtico fósil, sería incapaz de maravillarse al pensar en un Diplodocus de 27 metros de largo, o un inmenso Tyrannosaurus, con dientes como cuchillos afilados.

Dos T. rex corriendoAparentemente, los dinosaurios interesan a personas de todas las edades y de cualquier nacionalidad. Cada pocas semanas, aparecen noticias en los periódicos sobre el hallazgo del esqueleto de otro dinosaurio en algún lugar del mundo, o sobre alguna teoría sobre el comportamiento de estos seres o el motivo de su extinción. Los dinosaurios han demostrado ser un medio útil para dar una noticia sobre lo relacionado con la evolución o la historia de la vida. Basta que aparezca la palabra dinosaurio en un titular para despertar el interés de los lectores. Esto ocurre en países donde se encuentran con frecuencia esqueletos espectaculares de dinosaurios, como Estados Unicos, Canadá y la Unión Soviética, y también en otros, como Gran Bretaña, donde se los encuentra muy de vez en cuando.

Los paleontólogos, es decir, los científicos que estudian los fósiles de los dinosaurios y de otros animales y plantas que se han extinguido, están motivados por muchas de las preguntas infantiles que hemos mencionado. Los placeres que provoca el estudio de los dinosaurios son múltiples: la excitación de la búsqueda de los huesos, la emoción del descubrimiento, la trabajosa excavación de los restos, su preparación y limpieza en el laboratorio, el análisis de la vida del animal y la combinación de ciencia y arte que se produce en la reconstrucción del aspecto de la criatura. Estos son los temas que trata este capítulo.

trice3d.jpg (9088 bytes) En general es verdad que los dinosaurios son reptiles enormes. La palabra dinosaurio significa lagarto terrible, y sintetiza la impresión que nos producen. Los mayores de ellos fueron los animales más gigantescos que jamás existieran sobre la tierra. Entre éstos se incluyen los saurópodos herbívoros de cuello largo, como el Seismosaurus, que alcanzaba el largo de 5 autobuses aparcados uno detrás del otro, y el Ultrasauros, con una altura de 15 metros cuando estiraba la cabeza hacia arriba, como las jirafas. Por su tamaño, estos gigantes rivalizaban con las ballenas más grandes que ocupan los océanos actuales. Es algo sorprendente, porque el agua actúa como soporte para el gran tamaño de la ballena, pero los dinosaurios carecían de este soporte. Los animales terrestres más grandes que conocemos en la actualidad, los elefantes, llegan a pesar cinco toneladas; una insignificancia si lo comparamos con el peso estimado del Ultrasauros: el equivalente a 22 elefantes.

Los dinosaurios carnívoros, aunque no llegaban a esas magnitudes, también eran enormes. El Tyrannosaurus medía 15 metros de largo, 6 metros de altura y poseía unos dientes muy eficaces para cortes carne, de 18 centímetros de largo. Fue el carnívoro terrestre más grande de todos los tiempos.

Sin embargo, no todos los dinosaurios eran monstruosos. Muchos carnívoros eran cazadores ágiles, de escaso peso, no más grandes que un niño de la especie humana, y se alimentaban de lagartos y mamíferos del tamaño de un ratón. Unos de los más pequeños, el Saltopus y el Compsognathus, medían 50 y 90 centímetros respectivamente, y tal vez no hayan pesado más de tres kilogramos. El Micropachycephalosaurus era el más pequeño, herbívoro, del tamaño de un conejo pequeño.

En general, los dinosaurios eran más grandes que los mamíferos. El tamaño medio de los dinosaurios considerados en su conjunto habría sido algo mayor que el de los humanos, mientras que la media correspondiente a todos los mamíferos sería alrededor de la décima parte. Se compensa el enorme tamaño de los grandes mamíferos, como los elefantes, los rinocerontes y los hipopótamos, con el hecho de que la mayor parte de ellos son pequeñas musarañas, murciélagos, ratones y otros roedores.

Los dinosaurios forman un grupo natural, filogenético, con un único antepasado común. Eran una rama colateral, a menudo floreciente, del gran árbol evolutivo que incluye todas las plantas y los animales vivientes y extintos. Este hecho sólo se ha podido apreciar en los últimos años, como consecuencia de nuevos análisis rigurosos de los rasgos característicos de los huesos y los dientes de los dinosaurios, y sus antepasados extintos.

Casi todos los libros que tratan de este tema ofrecen declaraciones ambiguas sobre el origen de los dinosaurios; por ejemplo, que procedente de varios antepasados diferentes, a los que no se conoce muy bien. En este caso no serían más que un conjunto de reptiles fósiles, interesantes para la percepción popular, pero no para llegar a constituir un grupo único y natural que como tal despierte el interés de los paleontólogos profesiones. No obstante, los puntos de vista han cambiado radicalmente a causa de la aplicación de una nueva técnica para el análisis de los árboles evolutivos, llamada análisis cladístico, además de los nuevos descubrimientos y estudios de los rasgos específicos de los arcosaurios, el grupo más grande de los reptiles, del cual los dinosaurios constituyen la mayor parte.

El origen de los dinosaurios

La mayoría de las sinapomorfias de las patas que aparecen en el Ornithosuchus, progresan en Lagosuchus y alcanzan su pleno desarrollo en los dinosaurios, están relacionados con la adquisición de la posición erecta, o una postura totalmente vertical. Resulta importante destacar que una postura vertical o erguida no siempre quiere decir bípeda. Las vacas y los caballos están erguidos, igual que los humanos.

Los primeros arcosaurios tenían las patas abiertas a los lados del cuerpo, como los lagartos y las salamandras actuales. Las extremidades se separaban del cuerpo, en sentido lateral, y los codos y las rodillas formaban ángulos rectos en todo momento, a medida que el animal andaba. Incluso cuando avanzaba deprisa, por lo general el lagarto hace oscilar las extremidades a los lados del cuerpo, y se supone que, en el Triásico inferior, los arcosaurios se movían de la misma forma. Durante el Triásico medio, la mayoría de los arcosaurios adoptaron una postura semierecta, mediante la cual podían alzar el cuerpo del suelo, con las extremidades anteriores y las posteriores situadas relativamente por debajo, para una locomoción rápida.

Por último, durante el Triásico medio y el superior, las dos familias de arcosaurios que hemos mencionado, los cocodrílidos y los dinosaurios, adoptaron la posición erguida, en la cual las extremidades están situadas en todo momento debajo del cuerpo. Parece que esto ha ocurrido de forma independiente en cada línea.

Los etosaurios, rauisuquios y los cocodrílidos primitivos desarrollaron una posición vertical en la cual los acetábulos se colocaban debajo de los huesos de la cadera y la cabeza del fémur encajaba en su interior, de forma vertical, como las columnas de un edificio.

Los miembros de la familia de los dinosaurios emplearon el sistema que aparece en los mamíferos; los acetábulos se mantienen a los lados de los huesos de la cadera, pero los fémures desarrollan una cabeza en ángulo recto que encaja desde los lados. En este diseño, la relación entre el anillo pélvico y la pata se parece más a la del contrafuerte situado en el lateral de una iglesia, que a una columna colocada debajo del techo, aunque el resultado es el mismo. Las patas de los dinosaurios y de los mamíferos se insertan por debajo del cuerpo y este es un rasgo fundamental.

LAS VENTAJAS DE LA POSICIÓN ERGUIDA

Posición de las patas Se dice a menudo que la posición erguida de los dinosaurios constituye la clave de su éxito. ¿Por qué? Un motivo importante es que una posición vertical es más satisfactoria, desde un punto de vista mecánico, que la de patas abiertas. Se soporta el peso del cuerpo desde abajo. Los animales de patas abiertas aguantan al peso desde los costados. Dado que la gravedad empuja hacia abajo desde el centro de la masa corporal, un animal de patas abiertas tiene que convertir esa fuerza en un componente lateral a lo largo del fémur o del húmero, el hueso de la parte superior de las extremidades, y a continuación en un componente vertical por la tibia y el peroné, y el radio y el cúbito, los huesos de la parte inferior de las patas, que provoca una gran tensión en los huesos y las articulaciones de las extremidades. Estas tensiones desaparecen cuando la fuerza gravitacional de la masa del animal se transfiere hacia abajo a lo largo de una extremidad recta y vertical.

Esta ventaja mecánica presenta varias consecuencias importantes. En primer lugar, los animales erectos son capaces de correr de forma más sostenida; no necesariamente a más velocidad, pero sí con más vigor, porque el esfuerzo de soportar el peso corporal es muy inferior al de los animales de patas abiertas. Este hecho habrá supuesto una ventaja inmediata para un arcosaurio que persiguiese animales de patas abiertas o huyese de un carnívoro que las tuviese. Resulta interesante señalar que los principales grupos de herbívoros del Triásico medio, los rincosaurios y los dicinodontes de aspecto porcino, desarrollaban, al mismo tiempo, posiciones semierectas. No cabe duda de que los antepasados de los mamíferos, los cinodontes, que entonces eran carnívoros de mediano tamaño, también presentan avances similares.

EL ECOESPACIO VACÍO

Moschops, reptil mamiferoide Hasta hace poco tiempo, el éxito de los dinosaurios sobre los rincosaurios, dicinodontes y cinodontes, se explicaba según un modelo competitivo. Se presumía que la posición vertical de los dinosaurios, y otras supuestas ventajas, les permitió vencer a otros animales del Triásico y provocar su extinción.

Hace unos 225 millones de años se produjo una gran crisis, alrededor de cinco millones de años después de los dinosaurios pequeños. Numerosos grupos de animales perecieron en la tierra y en el mar como consecuencia de una gran alteración climática o por alguna otra catástrofe. Existen pruebas de que los vegetales experimentaron importantes trastornos evolutivos en torno a esta época, y es posible que los rincosaurios y los dicinodontes se extinguieran cuando desaparecieron los vegetales que constituían su fuente de alimentación. De todos modos, se produjo una extinción masiva hasta 225 millones de años. Una extinción masiva es la desaparición de un amplio corte transversal de grupos vegetales y animales en un período relativamente breve. En ese momento se extinguieron alrededor de una docena o más de grupos de reptiles, incluyendo varios muy significativos, como los rincosaurios, los dicinodontes, los etosaurios y diversos grupos de cinodontes y tecodontos. De este modo quedaron numerosos espacios vacíos en la ecología y en los posibles estilos de vida de las plantas y animales terrestres, con lo cual los grupos sobrevivientes tuvieron grandes oportunidades para ocupar y llenar estos espacios. Los escasos dinosaurios primitivos, que antes de la extinción masiva nunca llegaron a representar más del uno o dos por ciento dentro de sus comunidades, prosperaron hasta ocupar el cincuenta por ciento, o más, al cabo de unos pocos millones de años.

Este modelo explicativo del éxito de los dinosaurios, su adaptabilidad y el oportunismo para ocupar ecoespacios vacíos, es muy diferente del antiguo modelo competitivo. Ya no se propone una batalla a largo plazo, en la cual se enfrentan los grupos enteros, los unos contra los otros, de forma global. Los dinosaurios tuvieron la fortuna de llegar en el momento oportuno, y aprovecharon la ocasión. Sin embargo, no cabe duda de que el elemento competitivo también desempeño un papel. Los pequeños dinosaurios del tipo de Lagosuchus contaban con una posición erguida eficaz, con todas sus ventajas, y eran carnívoros ágiles, capaces de perseguir a gran variedad de presas. Así como los mamíferos aprovecharon la oportunidad y sustituyeron a los dinosaurios, después de su extinción, alrededor de 160 millones de años después, es probable que los dinosaurios deban un 95 por ciento de su éxito al hecho de estar en el lugar adecuado en el momento preciso, y un cinco por ciento a sus atributos competitivos.

¿Por qué no prosperaron los mamíferos hace 225 millones de años? Sus antepasados próximos, los cinodontes, ya estaban presentes sobre la Tierra. Los dinosaurios se impusieron en primer lugar y llegaron a alcanzar un tamaño considerable, mientras los primeros mamíferos no eran más grandes que un ratón. Mientras los dinosaurios dominaron la Tierra, estos pequeños mamíferos primitivos no podían oponérseles; por tanto, no superaron el tamaño de un gato hasta que los dinosaurios estuvieron extintos.

Inmediatamente después de la extinción masiva de dicinodontes, rincosaurios, etosaurios y demás, transcurrieron algunos millones de años de evolución rápida mientras aparecían grupos nuevos para ocupar los ecoespacios que habían quedado vacíos. Había lugar para los herbívoros de todos los tamaños, y para los carnívoros de tamaño mediano, para que persiguieran las resto de los animales supervivientes. Las rauisuquios superaron la extinción masiva y se convirtieron en los carnívoros más importantes durante otros 17 millones de años.

Una segunda extinción masiva, que se produjo durante duran el Triásico superior, hace 208 millones de años, fue testigo del final de los rauisuquios y los fitosaurios, los últimos tecodontos, así como de algunos cinodontes y otros grupos. Los dinosaurios, que ya se habían impuestos como herbívoros entre medianos y grandes, y carnívoros entre pequeños y medianos, volvieron a adaptarse, mientras aparecían en escena nuevos herbívoros especializados, además de otros carnívoros más grandes.

Ente período de perturbación del Triásico superior, interrumpido por dos extinciones masivas, presenció no sólo la expansión en dos fases de los dinosaurios hasta ocupar una posición de predominio sobre la tierra, sino también la de otros grupos importantes de vertebrados, es decir, animales provistos de columna vertebral. Las tortugas, los esfenodóntidos que son unos animales similares al lagarto, los pterosaurios, los cocodrílidos y los mamíferos primitivos proceden de esta época. Sin duda, en una escala más amplia, este episodio en la prolongada historia de la evolución de los vertebrados representa una transición fundamental entre los grupos más antiguos y la aparición de muchos nuevos grupos que todavía persisten en nuestros días.

LOS ARCOSAURIOS

Los arcosaurios, o reptiles dominantes, incluyen los cocodrilos y las aves que existen en la actualidad, además de los dinosaurios, pterosaurios y los tecodontos, un grupo mezclado que incluyen los antepasados de todos los demás arcosaurios.

Los arcosaurios aparecieron hace alrededor de 250 millones de años, por lo que ha podido deducirse. El primer grupo, los proterosúquidos, se dispersaron por casi todo el mundo. Se han encontrado fósiles en Rusia, el sur de África, Antártida, Australia, India, China y Sudamérica. Presentan las sinapomorfia de los arcosaurios; una ventana anteorbital, un orificio determinado en el cráneo, dientos recurvos y aplanados y un cuarto trocánter en el fémur, un reborde especial.

Durante el período Triásico, hace entre 245 y 208 millones de años, los arcosaurios se difundieron, evolucionaron y se diversificaron, como carnívoro más o menos prósperos, y dieron origen a un grupo de herbívoros. Los Tecodontos del Triásico se dividieron en dos líneas principales. Una de ellas incluía a los fitosaurios, con un parecido superficial a los cocodrilos, los etosaurios herbívoros, que también se parecían a los cocodrilos, pero tenían una nariz respingona para desenterrar los alimentos vegetales, y dientes estrechos como hojas, y los rauisuquios, casi siempre enormes y carnívoros. Por último, durante el Triásico superior, de esta línea surgieron algunos bípedos más ligeros que probablemente se alimentara de insectos, y pequeños animales, como los lagartos. Fueron, aunque parezca sorprendente, los primeros cocodrílidos. El grupo adoptó la existencia anfibia, cuadrúpeda y piscívora sólo veinte millones de años después, cuando se extinguieron los fitosaurios.

La segunda línea principal de arcosaurios incluía a los carnívoros activos, como el Ornithosuchus, que podía andar sobre cuatro o sobre dos patas, y el ligero Lagosuchus, que era bípedo. Estos animales están tan próximos a los dinosaurios por muchas características que ahora sorprende que muchos científicos lo hayan negado hasta hace poco. Sobre todo, el Lagosuchus presenta una larga lista de caracteres propios de los dinosaurios; su posición bípeda, las extremidades largas, con la tibia y el peroné más largos que el fémur, la perforación del acetábulo, que es la depresión cóncava en la parte del hueso de la cadera que recibe el extremo redondeado del fémur; la cabeza del fémur vuela hacia dentro, el principio de la cabeza del fémur en ángulo recto que se observa en los dinosaurios; la articulación recta de la rodilla; la articulación reducida del tobillo que parece un gozne, desde un punto de vista técnico, se denomina tobillo con mesotarso avanzado; los dedos largos de las patas traseras y la posición digitígrada del pie, en la cual los únicos que tocan el suelo son los dedos, y no la planta del pie, como en los arcosaurios primitivos y los seres humanos actuales.

La mayoría de los caracteres de los dinosaurios aparece también en el pterosaurio volador. Algunos científicos creen que Lagosuchus, los pterosaurios y los dinosaurios forman en conjunto un grupo monofilético importante que surgió entre el Triásico medio y el superior, hace alrededor de 230 millones de años.

Las sinapomorfias de los dinosaurios que aparecen en esta clase o grupo monofilético, y su posterior modificación en los dinosaurios propiamente dichos, forman parte de una serie de cambios anatómicos relacionados, que tuvo lugar en los arcosaurios durante el Triásico, y que tal vez fuera la clave del origen de los dinosaurios.

Características fisicas de los dinosaurios

Los dinosaurios tenían varias características. Recorreremos primero las características exteriores, desde la cabeza a la cola y desde el cuerpo a las patas. Luego veremos el interior, desde el cerebro al estómago y desde la columna vertebral a los pulmones.

LA CABEZA

Cabezas de dinosaurios Los dinosaurios cornudos y los grandes carnívoros tenían enormes cabezas con poderosas mandíbulas. Los saurópodos que tenían un tamaño de algunos elefantes su cabeza no pasaba del tamaño que la de un caballo. Los pequeños terópodos y la mayor parte de los ornistiquios tenían cabezas y mandíbulas de un tamaño moderado. Por debajo de la piel, en los lados de los cráneos estaban perforados por unas ventanas como en otros arcosaurios.

Ahora nos fijaremos en distintos puntos concretos de la cabeza, como puede ser la cresta, el pico…

LAS CRESTAS

Los dinosaurios con cresta a menudo tenían vistosas protuberancias, crestas o púas en la cabeza. Al igual que los lagartos exhiben sus vivos colores y las aves se engalanan con sus plumas, algunos dinosaurios también destacaban gracias a su cresta de curiosa forma.

¿Por qué querían llamar la atención con su cresta? Los dinosaurios con cresta vivían en rebaños y, como otros animales sociales actuales, se comunicaban con otros miembros del grupo. Para eso, primero tenían que atraer su atención. Si quieres destacar en medio de una multitud, lo mejor es llevar un sombrero de copa. En lugar de sombrero, los dinosaurios con cresta tenían protuberancias en la cabeza.

El Oviraptor era un dinosaurio con cresta que robaba huevos de los nidos desprotegidos de otros dinosaurios. No todos los cráneos suyos encontrados tenían cresta. Los científicos creen que sólo los machos la poseían. Podía distinguir si otro miembro de su especie era macho o hembra fijándose en la cresta.

Imagínate que vives en un rebaño de dinosaurios, todos muy parecidos. Sería fácil verte separado de tu familia. La cresta ayudaba a estos dinosaurios a identificar a otros miembros de su grupo familiar. Las crías de hadrosaurio presentaban pequeñas protuberancias, mientras los adultos tenían crestas completas.

En la época de apareamiento, los machos de las aves intentan llamar la atención de las hembras. Se atusan las plumas y exhiben sus bellos colores. Los machos de los dinosaurios quizá usaban su cresta con idéntica finalidad.

Algunos dinosaurios tenían crestas muy curiosas. El Dilophosaurus era un carnívoro que recibió su nombre por el extraño bulto de su cabeza; significa reptil con dos crestas porque presentaban dos rebordes altos y estrechos que recorrían todo su cráneo. Probablemente usaba esta cresta para indicar a los amigos dónde estaba y con el fin de ahuyentar a los enemigos.

En muchos libros sobre dinosaurios, el hadrosáurido Tsintaosaurus aparece con una cresta espinosa en la cabeza. También se han reconstruido maquetas de este dinosaurio chino, a partir de un hueso que sobresale de su hocico. Los científicos creen ahora que este largo y delgado hueso en realidad recorría horizontalmente el hocico y no se considera un dinosaurio con cresta.

LOS CUERNOS

Largos y amenazadores o sólo ornamentales, había cuernos de dinosaurio de todos los tamaños y formas.

Armados con un inquietante despliegue de cuernos, los ceratópsidos, dinosaurios con cuernos, parecían guerreros prehistóricos, pero no eran los únicos dinosaurios con cuernos, ni estaban siempre buscando pelea.

Los cuernos de los dinosaurios eran de hueso y estaban cubiertos de una capa córnea protectora. En el cráneo fósil de un dinosaurio con cuernos se ve sólo la parte ósea; el revestimiento del cuerno no se ha fosilizado.

A primera vista, algunos ceratópsidos parecerían rinocerontes. Tenían largos cuernos en el morro y otros menores en la frente. Los cuernos del morro estaban situados para ensartar por el vientre a sus enemigos como los terribles tiranosáuridos.

Sus impresionantes cuernos y su corpulencia convirtieron al ceratópsido más grande, el Triceratops, en uno de los herbívoros más poderosos. Si pusiéramos un hipopótamo y dos vacas en una balanza pesarían lo mismo que este animal. Pertenece al grupo de los que tenían cuernos en la frente, apuntando hacia delante y arriba; eran unas defensas extraordinarias, que dirigían al rostro o al cuello.

Casi todos los dinosaurios con cuernos eran herbívoros que vivían pacíficamente en pequeños grupos. Aunque el antes mencionado Triceratops tenía cuernos dos veces más largos que una raqueta de squash, un poco más de 1 metro de largo, probablemente intentaba evitar las peleas antes de atacar y arriesgarse a ser herido de gravedad. Como un toro dispuesto a embestir, agachaba la cabeza, sacudiendo los cuernos para hacer huir al depredador. Los que tenían un sólo cuerno muy largo en la nariz, quizá se limitaban a mostrar su costado al agresor esperando asustarlo. Los cuernos largos tal vez atraían también a las hembras.

Los ceratópsidos probablemente luchaban sólo si se veían obligados a defenderse o proteger a su grupo. En un mismo grupo se producían lugar entre machos rivales por obtener la jefatura o por aparearse con las hembras; entrechocaban las cabezas y los cuernos, como los carneros actuales.

Los ceratópsidos no eran los únicos dinosaurios con cuernos. El Carnotaurus, entre algunos otros carnívoros, era un carnosaurio que tenía unos pequeños cuernos en la frente. Los del macho probablemente eran más largos de los de la hembra. Ello, seguramente era lo que los distinguía.

EL CEREBRO

Los dinosaurios se consideran animales lentos y torpes, pero las investigaciones científicas han desmentido esta idea anticuada.

El cerebro es el centro de control en todo animal. Envía órdenes por ciertos conductos, los nervios. Sin estos mensajes, los dinosaurios ni ningún otro animal no habrían podido ver, oír, comer, moverse o reproducirse.

Es probable que algunos dinosaurios fueran más listos que otros. Para distribuir el grado de inteligencia de un dinosaurio, los expertos necesitan comparar el tamaño del cerebro con el resto del cuerpo. En efecto, examinan el molde del cerebro y determinan su peso. Después calculan el peso del cuerpo, y cuando disponen de ambos catos, sólo tienen que sumar para saber qué porcentaje del peso total del animal corresponde al cerebro.

Para saber el peso de un cerebro los científicos obtienen moldes de la cavidad craneana de los distintos dinosaurios para estudiarlos. Rellenan el espacio hueco del cráneo de un dinosaurio con un líquido que al endurecerse toma la forma del cerebro.

Un dinosaurio con un cerebro relativamente pesado en comparación con su cuerpo sería probablemente más inteligente que otro con un cerebro más ligero.

Unos de los carnívoros pequeños, conocidos como la familia de los troodóntidos, tenían el cerebro más desarrollado que otros dinosaurios, y por tanto eran más rápidos y más listos que los grandes saurópodos, los dinosaurios con el cerebro comparativamente más pequeño.

Entre los últimos dinosaurios existió entre grupo, unos depredadores muy listos, del tamaño de perros. Si no se hubieran extinguido, su cerebro habría seguido evolucionando durante unos 70 millones de años. Con una ventaja tan grande los dinosaurios quizá nos superarían hoy en inteligencia.

Un gran dinosaurio carnívoro, el Tyrannosaurus rex, tenía la cabeza muy grande, pero la parte del cerebro que empleaba para pensar era minúsculo, comparada con la del cerebro de un niño de 10 años.

Si calificáramos los dinosaurios en cuatro niveles en inteligencia serían más o menos como vamos a ver a continuación:

Los mejores del grupo eran carnívoros pequeños. Eran rápidos, con agudos sentidos y hábiles para atrapar animales más pequeños.
Después vendrían los grandes dinosaurios carnívoros y los ornitópodos. Los últimos mostraban habilidad para descubrir a sus enemigos, y algunos podían huir corriendo sobre dos patas.
A continuación todo tipo de dinosaurios acorazados, tireóforos y ceratópsidos. No necesitaban tan buenos reflejos. Ante una amenaza, quedaban protegidos por sus cuernos, púas y armaduras.
Los últimos serían los saurópodos. Con sus ligeros cerebros, pasaba casi toda su vida buscando comida, siempre en movimiento.

LA VISTA

Los dinosaurios necesitaban mantener los ojos bien abiertos. Tenían que evitar el peligro, encontrar comida y reconocer a los de su propia especie o a su pareja. Como las aves y los reptiles actuales, los dinosaurios eran animales con buena vista.

La familia de los carnívoros troodóntidos incluía al Troodon, el cual probablemente era el dinosaurio con la vista más aguda. Sus ojos eran muy grandes. No sólo veía perfectamente a la luz del día, sino que probablemente también veía muy bien de noche.

Las pupilas de tus ojos son redondas. Cuando oscurece, se agrandan para dejar pasar más luz. Cuando luce un sol radiante, se encogen. Los gatos y muchos reptiles actuales, como el geko nocturno, tienen la pupila alargada. Un dinosaurio que pudiera ver bien en la oscuridad también podía haber tenido las pupilas alargadas.

Algunos dinosaurios tenían unas prominencias óseas circulares alrededor de los ojos que soportaban los globos oculares y ayudaban a enfocar la vista.

Los científicos creen que es bastante posible que algunos de los dinosaurios cazadores de grandes ojos tuvieran una vista parecía a las modernas aves rapaces. El halcón peregrino, una rapaz actual, tiene una vista tan buena que puede distinguir una paloma a 8 kilómetros de distancia.

Los reptiles y muchas aves modernas ven en colores. Quizá los dinosaurios también. Tal vez cambiaban de color para atraer a su pareja o para camuflarse. Si así fuera, eso significaría que los dinosaurios podían distinguir los colores.

Los depredadores como, por ejemplo, los felinos, las lechuzas y los seres humanos tienen los ojos situados en la parte delantera de la cara, mirando hacia delante y un poco a los lados. Las presas, como los conejos, tienen los ojos en los lados de la cara. Pueden ver en casi todas direcciones, y a menudo se dan cuenta del peligro. Los ojos de los dinosaurios herbívoros estaban situados a ambos lados de la cabeza para descubrir los peligros, pero los de los depredadores carnívoros, apuntaban hacia delante para divisar a sus presas con facilidad.

EL OLFATO

Los dinosaurios usaban el olfato para descubrir un depredador peligroso y localizar los alimentos más sabrosos. Estudiando moldes del cerebro de los dinosaurios, los científicos han averiguado que la parte del cerebro donde reside el sentido del olfato era bastante grande. Esto significa que casi todos los dinosaurios tenían bien desarrollado este sentido.

El olfato es muy importante en el mundo animal, tanto para reconocer el terreno como para distinguir a los enemigos de los amigos. Los gatos y los perros marcan el territorio con su olor y las mofetas ahuyentan a los animales expeliendo un desagradable hedor.

Como los animales actuales, los dinosaurios se valían de sus fosas nasales para olfatear el peligro. Los hadrosáuridos probablemente podían oler a los depredadores como lo hacen los ciervos actuales. Es casi imposible acercarse a un rebaño de ciervos sin ser descubierto.

Algunos dinosaurios usaban las fosas nasales para localizar su próximo almuerzo. Los depredadores, como los carroñeros, cazaban de olfato. Pero aunque la mayoría de los dinosaurios tenían bien desarrollado este sentido, no podían seguir un rastro tan bien como nuestros perros.

Algunos saurópodos tenían las fosas nasales muy grandes. En lugar de estas situadas al final del hocico las tenían en la frente. Los expertos no están seguros por qué se encontraban tan arriba, pero algunos sospechan que esta particularidad permitía a los enormes dinosaurios comer plantas acuáticas y respirar aire fresco.

Los dinosaurios que luchaban a cabezazos, los paquicefalosaurios, necesitaban tener la nariz muy dura, ya que usaban la parte delantera del cráneo para embestir a otros dinosaurios.

Algunos dinosaurios usaban la nariz para emitir sonidos. Muchos de los pico de pato sin cresta, quizá hincharan una bolsa de piel situada sobre sus fosas nasales cuando querían trompetear a otro dinosaurio. El elefante marino actual actúa de modo parecido, con su gran hocico hinchable.

Algunos dinosaurios tenían bultos y prominencias en el hocico. Los científicos creen que quizá distinguieran las hembras de los machos.

Algunos también tenían cuerno.

EL OÍDO

Los dinosaurios no tenían orejas carnosas externas en la cabeza, como tú. Al igual que las aves y los reptiles, sólo tenían orificios auditivos muy pequeños y muy próximos al punto donde la cabeza se unía al cuello.

Los fósiles de algunos dinosaurios están tan bien conservados que los científicos han podido estudiar los minúsculos huesos del interior de su oído. Por las pruebas encontradas, los expertos creen que probablemente podían oír bastante bien.

Imagínate que intentas acercarte silenciosamente a un cocodrilo. Este animal tiene un oído muy fino y sería algo arriesgado. Los túneles de su oído se parecen a los de los oídos de los dinosaurios, por lo que es probable que éstos tuvieran un buen sentido del oído.

Un buen oído era fundamental para sobrevivir en el mudo prehistórico. Resultaba difícil acercarse a los dinosaurios sin ser descubierto, siempre podían oír acercarse a un enemigo. Los hadrosaurios pasaban gran parte del tiempo alimentándose, con la cabeza gacha; quizá la subían de vez en cuando para vigilar.

Si los hadrosaurios oían un ruido peligroso, daban la alarma a los otros miembros del rebaño. Los hadrosaurios crestados también emitían su bramido con su cresta en la época de celo. Los dinosaurios hubieron de tener un buen oído para distinguir estos mensajes acústicos.

El interior del oído de un ave quizá era muy parecido al de un dinosaurio. El sonido penetraba por el orificio lateral del cráneo del dinosaurio y descendía por un breve conducto hasta tropezar con el tímpano. Las ondas sonoras hacían vibrar el tímpano, y este movimiento se transmitía a un huesecillo del oído medio que transportaba las vibraciones hasta el oído interior, recubierto de terminaciones nerviosas. Estos nervios transmitían los mensajes sobre los sonidos al cerebro del dinosaurio.

Algunos reptiles actuales carecen de tímpanos pero pueden oír perfectamente, como por ejemplo las serpientes. Oyen captando las vibraciones que se transmiten por el suelo. Así, pueden saber si se acerca otro animal. La serpiente de un encantador indio no oye la música para bailar, sino que observa el movimiento de la flauta del encantador y lo reproduce.

LOS PICOS

Dinosaurio con pico de pato Por supuesto, no todos los dinosaurios tenían pico. Algunos tenían tantos dientes, que no necesitaban pico. Pero el pico era un instrumento esencial para los dinosaurios que comían hojas y ramas duras.

Helechos, cicadáceas, palmeras y robles crecieron durante el período Cretácico. Aunque esas plantas tenían hojas bastante frágiles, sus tallos eran duros y leñosos. Al igual que los jardineros usan cuchillas para podar los arbustos, algunos dinosaurios estaban provistos de un pico afilado para cortar los tallos.

El Psittacosaurus se considera el primer miembro del grupo de los ceratopsios. Sus dientes no estaban tan desarrollados como sus parientes posteriores, pero tenía un pico curvo y afilado, lo mismo que el resto del grupo. Su hocico era tan parecido al de un ave, que los expertos que los descubrieron lo llamaron reptil loro.

Con el tiempo, los ceratopsios o dinosaurios con cuernos desarrollaron picos más eficaces. A finales del período Cretácico estaban ya perfectamente diseñados para su objetivo. Muchos de los fueron unos de los últimos dinosaurios conocidos que caminaron sobre la tierra. Sus picos troceaban plantas grandes y duras, como una cizalla.

Un dinosaurio con cuernos podía almacenar hojas y tallos en sus carrillos. La comida se trasladaba entonces a la parte posterior de la boca, donde hileras de dientes la trituraban antes de que el dinosaurio la engullera.

Al igual que nuestro pelo y uñas, el pico de los dinosaurios estaba en constante crecimiento. De lo contrario, toda una vida comiendo hojas y ramas lo hubiera desgastado hasta hacerlo inservible.

El interior de un pico de dinosaurio era de hueso, cubierto por una capa córnea que, como las garras y la piel de los dinosaurios, no se fosilizaba bien. Tenemos conocimiento de ella porque los paleontólogos han encontrado algunos cráneos poco comunes con la capa córnea cubriendo todavía el pico.

Algunos expertos piensan que los dinosaurios con pico solían ser delicados comiendo. Los dinosaurios de pico estrecho debieron de elegir brotes y cogollos de aspecto sabroso. Los de pico de pato eran menos selectivos. Probablemente usaban sus amplios picos para partir vegetación mezclada.

Los dinosaurios con pico podían morder con mucha fuerza. Esto se ha mantenido en algunos animales actuales. Algunas tortugas, como la tortuga mordedora, son famosas por los dolorosos pinchazos que propinan. Durante la Segunda Guerra Mundial, una tortuga mordedora atacó con su pico curvo una barcaza hinchable llena de soldados británicos. Al igual que los dinosaurios, las tortugas no son agresivas y, probablemente, el animal consideró que la embarcación era una amenaza.

LAS LENGUAS

Como la lengua no tiene huesos, no puede convertirse en fósil. ¿Cómo sabemos entonces que los dinosaurios la tenían? La lengua está unida a los huesos de la garganta y se han encontrado muchos fósiles del cuello de los dinosaurios, pero nadie sabe con seguridad cómo era su lengua.

¿Te has preguntado alguna vez por qué los humanos tenemos lengua? La usamos para saborear y tragar la comida y nos ayuda a hablar. En la lengua hay minúsculos órganos sensoriales llamados papilas gustativas, que nos indican su algo es salado, dulce, amargo o ácido.

El sabor les resulta muy útil a los animales porque les avisa si algo es venenoso. Si un animal o una planta tiene un sabor extraño, quien intente comerlo lo escupirá. Los dinosaurios quizá tenían papilas gustativas en la lengua para identificar lo venenoso.

Nuestra lengua es vigorosa y ágil para trasladar la comida por la boca hasta darle la forma adecuada para tragarla. Los hadrosaurios y los ceratópsidos probablemente tenían también la lengua estrecha y vigorosa.

Algunos dinosaurios quizá tenían la lengua asombrosamente fuerte y la usaban para tirar de su presa o agarrar ramas y hojas. Esta facultad se conoce como lengua prensil. La jirafa actual la tiene así.

Como los lagartos actuales, por ejemplo el lagarto estinco o esquinco, los dinosaurios quizá olfateaban el aire con la lengua, gracias a los órganos sensoriales que recogían el olor de otros animales.

Los gatos tienen la lengua rugosa y la usan para asearse y también para lamer hasta el último fragmento de carne de un hueso. Los dinosaurios carnívoros quizá tenían la lengua como los gatos por la misma razón.

La lengua de los pingüinos está recubierta de minúsculas púas muy útiles para capturar y sujetar presas escurridizas, como los peces. Quizá los dinosaurios piscívoros también tenían esos pinchos en la lengua.

Los osos hormigueros tienen la lengua increíblemente larga para introducirla en los termiteros. La superficie, pegajosa por la saliva, atrapa grandes cantidades de insectos. Algunos dinosaurios insectívoros quizá hacían lo mismo.

LOS DIENTES

Afilados como cuchillas, dentados como sierras o en forma de hoja, los dientes nos pueden contar mucho sobre cómo vivieron los dinosaurios. Si un científico encuentra una mandíbula tachonada de colmillos puntiagudos, enseguida sabrá que estos dientes no pertenecían a un pacífico vegetariano, sino a un carnívoro sediento de sangre.

Al contrario que los humanos, obligados a cuidar su dentadura si no quieren visitar al dentista demasiado a menudo, los dinosaurios carnívoros se podían permitir olvidarse de sus dientes. Si uno se les rompía o se caía, les crecía otro en su lugar.

Si mirásemos al microscopio un diente de un carnívoro veríamos que el filo parece el de una sierra. Los dientes estaban además dirigidos hacia el interior de la boca, para sujetar mejor la presa, que intentaría escapar. Una vez el dinosaurio hincaba los dientes en la carne de la víctima, a ésta no le quedaba ninguna esperanza de sobrevivir.

Los dinosaurios vegetarianos poseían unos dientes muy adecuados para su dieta. Como los caballos y las ovejas actuales, tenían los dientes diseñados para arrancar ramas y desmenuzar y triturar plantas duras.

Algunos dinosaurios, como ciertos saurópodos, no tenían dientes para masticar. Raían las hojas de las ramas con sus dientes, afilados como lápices, y se las tragaban enteras. El estómago se encargaba de descomponerlas.

Los ornitópodos sí podían desmenuzar la comida. Sus mandíbulas inferiores se movían a un lado y a otro al abrir y cerrar la boca. Los ornitópodos más recientes también podían masticar. Tras el pico y las mandíbulas de algunos se escondían dos hileras de dientes afilados. La hilera superior y la inferior encajaban perfectamente al cerrar la boca, lo que ayudaba a desmenuzar la comida.

Los ceratópsidos tenían cientos de dientes. Estaban anclados en la mandíbula con raíces en forma de V encajadas unas con otras. Cuando cerraban la boca, sus dientes superiores e inferiores se movían como una podadora, cortando la comida en trozos lo suficientemente pequeños para ser tragados.

Los dinosaurios con pico pato tenían, algunos, miles de dientes fuertes con los que trituraban los vegetales hasta convertirlos en pulpa. Los dientes estaban unidos entre sí y formaban una pared sólida. Cuando el dinosaurio masticaba, esas paredes machacaban las plantas.

LOS CUERPOS

Dentro de este apartado veremos el cuerpo por fuera y por dentro, incluyendo también el cuello, las patas, la cola, la piel, etc.

LOS CUELLOS

Largos, cortos, gruesos o finos, el cuello de cada dinosaurio tenía la forma más adecuada. Les permitía arrancar carne cruda de un hueso, llegar a las hojas más jugosas de un árbol, combatir a un rival o frenar el ataque de un enemigo.

El cuello del Mamenchisaurus superaba al de una jirafa en 9 metros y constaba de 19 vértebras. Los expertos pensaban que mantenía tiene el cuello del animal, como ocurre con el Diplodocus con 15 vértebras, pero los científicos actuales creen que mantenían la cabeza muy alta para alcanzar las jugosas hojas altas de los árboles.

Un problema que tenían los pequeños terópodos era que sus presas, sobre todo insectos y pequeños reptiles, podían huir a gran velocidad. Los terópodos pequeños tenían el cuello largo y podían estirarlo en un segundo para atrapar a una presa. Su acción era como soltar de repente un muelle tensado.

Los dinosaurios con pico de pato tenían un cuello parecido al de los bisontes modernos. Sus columnas vertebrales descendían bruscamente después de las paletillas y tenían el cuello muy encorvado. Eso significa que mantenían la cabeza pegada al suelo para poder comer matorrales.

Los huesos reforzados del cuello evitaban lesiones a los paquicefalosaurios durante sus duelos a cabezazos. Sus cráneos muestran dónde los superpoderosos músculos unían el cuello y la cabeza. El cuello actuaba a modo de parachoques.

La carne guisada se desprende con facilidad del hueso, pero la carne cruda hay que arrancarla con fuerza. Los carnosaurios, carnívoros, necesitaban un cuello musculoso para mantener bien sujeta su presa. Los músculos del cuello también les ayudaban a desgarrar la carne del cadáver.

El cuello es una zona vulnerable del cuerpo de los animales; por él pasan muchos músculos y venas importantes. Los anquilosaurios presentaban hileras de placas óseas como defensa de los carnívoros.

LAS PATAS

Las patas de los dinosaurios se adecuaban a su tamaño y su forma de vida. Los grandes y pesados herbívoros tenían patas anchas y de base plana para distribuir el inmenso peso de sus cuerpos. Los dinosaurios que se veían acosados de los depredadores necesitaban para adaptadas a la carrera para poder escapar con rapidez. Eran diferentes de otros animales prehistóricos. Fueron los primeros animales que caminaron erguidos sobre sus cuatro patas. A pesar de este rasgo común entre todos los dinosaurios, sus patas eran de todas las formas y tamaños, según sus diferentes estilos de vida. Algunos dinosaurios presentaban mortíferas garras en la punta de los dedos. Otros usaban las patas delanteras para cuando cazaban y sujetaban las presas, y para atacar y defenderse. Los dinosaurios desarrollaron las patas delanteras de formas distintas, algunas con sólo dos dedos, y las usaban de distintas maneras. Algunos tenían las patas anteriores fuertes, largas y prensiles; y otros pequeñas, cortas y débiles, prácticamente inútiles. Veamos varios tipos de patas.

Los hadrosaurios eran dinosaurios con pico de pato que vivieron en diversas partes del continente. No tenían garras afiladas par ahuyentar a los depredadores. Se defendían huyendo, una manera menos espectacular. Confiaban en su velocidad para ponerse a salvo cuando percibían señales de peligro. Por fortuna, sus patas estaban perfectamente adaptadas para emprender una veloz retirada. En lugar de afiladas garras, los fuertes y gruesos dedos de sus patas acababan en anchos cascos de hueso. Estos cascos especiales les ayudaban a mantener el equilibrio y pisar con firmeza cuando se alejaban a la carrera de los depredadores. Aunque eran dinosaurios completamente distintos, su esqueleto y el de los grandes terópodos se asimilaban en cierto modo. Los dos se apoyaban sobre unas patas traseras muy fuertes, pero los hadrosaurios y otros ornitópodos grandes, no poseían brazos, sino patas delanteras. Cuando se cansaban de caminar sobre las patas traseras, se inclinaban hacia delante sobre las delanteras y descansaba. Al igual que un canguro y un gorila actuales, este dinosaurio también podía caminar a cuatro patas. Esto era especialmente útil si pastaba entre las plantas bajas mientras avanzaba. Lo sabemos porque en lugar de garras tenía pequeños cascos en la punta de los dedos, que utilizaba para soportar el peso de la parte delantera de su cuerpo. En un día, se creyó que estos dinosaurios tenían patas palmeadas. Hoy día, los expertos lo creen poco probable. Los primeros paleontólogos descubrieron huellas fósiles con marcas de piel entre los dedos. Pensaron que eran una prueba de que estos dinosaurios tenían las patas palmeadas, como los patos actuales. El Iguanodon era un pariente cercano de los hadrosaurios. Tenía cuatro dedos y un pulgar asombroso. Los primeros eran anchos y estaban provistos de uñas parecidas a cascos y estaban provistos de uñas parecidas a cascos que ayudaban al dinosaurio a caminar. Los cuatro dedos formaban un ángulo recto con la muñeca y los usaba para sujetar ramas. Su pulgar era una mortífera púa con la que el herbívoro se defendía.

Cuando los científicos vieron los primeros fósiles de un pequeño ornitópodo llamado Hypsilophodon, creyeron que eran los de un ave prehistórica. Sus dedos eran tan largos, que algunos expertos pensaron que su dueño los usaba para colgarse de las ramas. Ahora creen que estaban perfectamente adaptadas para alejarse corriendo de los depredadores, Esas patas terminaban en cuatro dedos que podían extenderse y abarcar una amplia superficie. Las patas de sus pequeños parientes eran muy similares. El Heterodontosaurus era otro Ornitópodo pequeño. Los herbívoros no suelen estar bien equipados para la lucha, pero estos pequeños dinosaurios eran una excepción. Tenían las patas delanteras muy fuertes y podían forcejear con los atacantes. Usaban las patas delanteras para defenderse. Eran lo bastante fuertes para resultar útiles cuando un depredador se acercaba demasiado. El Psittacosaurus tenía cuatro largos dedos en cada pata delantera. Probablemente los usaba, sobre todo, para caminar, pero cuando divisaba un árbol apetecible, se incorporaba sobre las patas traseras, alargaba las delanteras y tiraba de la rama más apetitosa para acercarla a su pico de loro.

Muchos dinosaurios primitivos, como los prosaurópodos, tenían cinco dedos, como las personas. El Plateosaurus, uno de ellos, doblaba hacia atrás sus cinco dedos flexibles para apoyarse en el suelo. También podía doblar los dedos hacia delante para sujetar y quizá excavar el terreno en busca de raíces jugosas.

Algunos de los enormes saurópodos pesaban varias docenas de toneladas. Cada una de las inmensas patas de estos colosos podrían compararse a las de un elefante actual; de base ancha y circular, perfecta para evitar que los animales se quedaran clavados en el suelo. Los huesos de sus patas eran muy resistentes, y sus dedos podían abrirse para distribuir mejor el peso de sus enormes cuerpos. Como las catedrales, que necesitan pilares enormes para soportar techumbres tan pesadas, los saurópodos necesitaban patas como columnas para aguantar su peso. Los omoplatos eran una parte muy importante del esqueleto de los saurópodos. Unían las patas delanteras al cuerpo, y aguantaban sus enormes cuerpos rollizos. Un omoplato de la mayoría de ellos era tan grande como un humano adulto. Sus patas constituían además el único medio de defensa, pues algunas veces tenían que enfrentarse a coces a otros dinosaurios carnívoros. A pesar de que los había que alcanzaban el equivalente al de varias docenas de coches familiares sumados. Sus patas traseras los sostenían cuando alcanzaban las hojas de los árboles. El fémur, hueso del muslo, de sus patas traseras era completamente recto. Si hubiera presentado curvatura, aun en medida mínima, la pierna hubiera resultado muy débil.

Los dromeosáuridos, como el Deinonychus, podía mantener su presa a distancia. En el extremo de sus patas delanteras este dinosaurio tenía tres garras parecidas a grandes garfios. Las patas delanteras eran lo bastante largas como para tener apartada a su víctima mientras le asestaba zarpazos. Las cicatrices encontradas en los huesos fosilizados muestran que tenía los omoplatos y los brazos muy fuertes. Muchos expertos están de acuerdo en que las aves evolucionaron a partir de un pequeño dinosaurio hace millones de años. Los científicos observan las patas de los dinosaurios e intentan adivinar cómo se convirtieron en alas. Donde las muñecas del Deinonychus se unían a sus brazos había un hueso en forma de luna, muy similar al hueso de las alas del Archaeopteryx, una de las primeras aves. Las patas delanteras del Deinocherius eran más largas que un adulto humano. Los expertos creen que era un dinosaurio muy parecido al avestruz. Quizá se asemejara al Gallimimus, un dinosaurio avestruz, con las patas delanteras bastante largas. Aunque las patas parecían letales, al Deinocherius quizá sólo le servían para alcanzar las ramas con las hojas más jugosas. Este dinosaurio comía además pequeños animales. El inteligente Dromiceiomimus, y otros ornitomimosaurios, eran unos veloces dinosaurios avestruz que cazaban pequeños animales de movimientos rápidos. Tenían tres largos dedos en las patas delanteras, que usaban para sujetar a sus víctimas. Es posible que arrancara frutos y bayas con sus dedos provistos de garras para variar su dieta.

Los grandes terópodos no necesitaban huir del peligro corriendo. Normalmente, ellos eran el peligro. Pocos dinosaurios tenían alguna oportunidad contra sus afiladas garras. Contaban con cuatro dedos en cada pata trasera; uno de ellos armado con una garra que apuntaba hacia atrás, ideal para rasgar de un solo golpe el blando vientre de su presa. Los otros tres dedos también disponían de garras, pero orientadas hacia delante. Las usaban para despedazar a sus infortunadas víctimas. Algunos dinosaurios carnívoros bípedos eran muy veloces. Para su tamaño, algunos de los más pequeños tenían las patas más largas. Los dinosaurios de patas largas daban grandes pasos, como los corredores de atletismo, con lo que cubrían las distancias muy deprisa. Sus largos huesos y sus muslos musculosos alcanzaban notables velocidades. Pero, a diferencia de sus patas traseras, las patas delanteras de algunos eran ridículamente pequeñas. Uno de los dinosaurios más feroces, el Carnotaurus, tenía un cuerpo enorme, dientes para rasgar la carne y patas traseras muy fuertes, pero las delanteras eran cortas y regordetas, más débiles que las de otros grandes carnívoros. Probablemente no las usaba demasiado. En proporción a su tamaño, el Tarbosaurus tenía las patas delanteras más pequeñas que cualquier otro dinosaurio. Sólo contaba con dos dedos y muy débiles, inadecuados para luchar. Pero los expertos creen que pudo usar las garras como garfios para afianzarse sobre el terreno cuando se impulsaba para erguir su pesado cuerpo. También recurría a dedos y garras para sujetar las presas que se revolvían, mientras las desgarraba a dentelladas.

LAS GARRAS

Afiladas y letales o anchas y curvadas, las garras de los dinosaurios les servían para atacar a sus presas o para defenderse de otros dinosaurios. Muchos dinosaurios tenían garras de uno u otro tipo. Algunos herbívoros, como los iguanodontes o los saurópodos, las usaban para mantener a raya a sus enemigos. Sus temibles zarpas entraban en acción cuando percibían algún peligro para ellos o sus crías. Muchos carnívoros tenían garras afiladas como navajas y con ellas mataban a sus presas. Algunos, de ellos, como veremos a continuación, quizá las utilizaran para sacar a los peces fuera del agua. Ahora veremos algunos tipos de garras más detenidamente.

Los iguanodontes eran herbívoros, tenían espolones en los pulgares como mortíferas púas, en forma de cuerno y sobresaliendo perpendicularmente a los lados de las patas delanteras. ¡Ay del agresor cuando algunos de estos dinosaurios lo acuchillaba! La punta, aguda como un alfiler, atravesaba la piel y la blanda carne hasta que la ancha base de la pata la detenía. El espolón tenía esta forma para extraerlo y clavarlo con rapidez.

La afilada garra que los saurópodos presentaban en cada pata delantera entraba en acción como un resorte siempre que estos animales sufrían el ataque de una manada de depredadores hambrientos. Ni la armadura más gruesa sería de defensa ante un fuerte y lacerante golpe con esta zarpa de aspecto torpe. Estaba diseñada pata aturdir al agresor y, al mismo tiempo, clavarse en sus carnes. Una patada bien dirigida con una de estas garras, propulsada por toda la potencia de los voluminosos cuerpos de estos dinosaurios, haría retroceder a cualquier atacante.

Los barioníquidos, una familia de extraños carnosaurios, sólo incluía a un dinosaurio llamado Baryonyx. Este dinosaurio tenía unas largas garras como el antebrazo de una persona adulta. Se curvaban desde la base y terminaban como una punta de lanza; con ellas podía rasgar la carne de un instante. Cuando salían a relucir, rebanaban la piel y los músculos de sus presas. La parte inferior era curva como una cuchara, lo que permitía a este dinosaurio atrapar peces como lo hacen los osos actuales.

Los dromeosáuridos y otros pequeños dinosaurios terópodos, eran depredadores de veloz carrera. Tenían una zarpa en el segundo dedo de cada pata trasera que parecía una guadaña levantada. Con ella podían desgarrar la carne de sus víctimas con la misma facilidad que una guadaña bien manejada. Cuando clavaban sus garras curvas en una presa, a ésta le resultaba imposible zafarse de él. La ensartaban con una garra y la desgarraban con la otra.

LAS PÚAS

Muchos animales de hoy día han desarrollado cuernos y garras, pero sólo unos pocos han desarrollado púas. Animales como el erizo y los puercoespines dependen de sus púas para defenderse. Sólo unos pocos reptiles modernos han conservado sus púas. El geko, un tipo de lagarto, eriza las púas de su dorso para asustar a sus enemigos. Pero las flexibles y móviles espinas del geko no son nada comparadas con las rígidas y punzantes que tenían los dinosaurios sobre sus cuerpos y corazas.

LAS CORAZAS

Si crees que las armaduras eran sólo para los caballeros medievales, echa un vistazo a algunos dinosaurios acorazados, que desarrollaron su propia armadura para resguardarse de los peligros. Tenían cientos de placas óseas soldadas a la piel. Se cree que algunos, tenían hasta un millar de ellas.

Los expertos creían que sólo tenían armadura los anquilosaurios. Pero en 1.980 cambiaron de opinión cuando se encontró un saurópodo acorazado, al que se llamó Saltasaurus.

CALENTÁNDOSE Y ENFRIÁNDOSE

Cuando nosotros tenemos frío, podemos calentarnos corriendo y saltando. Si hace calor, podemos refrescarnos gracias al sudor. Pero los dinosaurios no sudaban y no iban dado saltos. ¿Cómo regulaban la temperatura de su cuerpo?

Una de las formas de mantener el calor era comer. Los saurópodos gigantes tenían inmensos estómagos. Estaban comiendo todo el día, por lo que su estómago estaba en uso constante. El trabajo de digerir la comida generaba el calor que ayudaba a calentar el dinosaurio. ¡En el estómago de un saurópodo debía de haber mucho ruido!. Además de mantener el calor digiriendo la comida, los saurópodos se movían, igual que las personas. Pero, a diferencia de nosotros, les resultaba fácil sobrecalentarse. Si tenían que volver a refrescarse, respiraban velozmente por sus enormes fosas nasales, lo que ayudaba a enfriar la sangre.

Dos dinosaurios que vivieron en África en el Cretácico tenían una manera muy hábil de regular la temperatura de su cuerpo. El Spinosaurus y el Ouranosaurus poseían velas de piel en el lomo que les permitían calentar su sangre rápidamente cuando se ponía al sol, y enfriarse cuando la vela no recibía los rayos directamente. Algunos paleontólogos creen que las placas del dorso de los estegosaurios quizá ayudaran también a regular la temperatura corporal del animal. Las placas se parecían mucho a un panal de abejas; probablemente podían llenarse con gran cantidad de sangre y vaciarse casi por completo.

Los expertos creen que cuando algunos dinosaurios se calentaban demasiado, distribuían el calor por su cuerpo de una manera muy parecida a como lo hacen las aves. Los científicos consideran que los dinosaurios podrían tener bolsas de aire para absorber el calor o el frío.

Las iguanas de las Galápagos tienen una manera muy hábil de refrescarse. Cuando hace demasiado calor, se incorporan y proyectan una sombra que enfría la roca por debajo de su cuerpo. Cuando vuelven a tumbarse, su vientre se enfría en contacto con la roca. Estos envían la sangre caliente del lomo hacia el vientre, donde pronto se enfría.

EL CAMUFLAJE

Nadie sabe de qué color eran los dinosaurios. Sólo existen unos pocos fragmentos de piel fosilizada, y su color se desvaneció hace millones de años.

Sin duda, los dinosaurios se dedicarían más tiempo a ocultarse unos de otros que a luchar. Tenían que confundirse bien con el terreno para evitar a un depredador o acercarse a una presa sin ser vistos.

Probablemente, algunos dinosaurios tenían vivos colores, como muchos animales actuales. ¿Por qué? Hay varias razones de que fuera así. En la naturaleza, los colores vivos a menudo transmiten un mensaje como: «Formo parte de tu rebaño», o «Aléjate, soy venenoso».

La piel de los dinosaurios quizá presentaba esquemas acordes con su entorno. Así, los hadrosaurios pudieron ser moteados, como los ciervos actuales, para reproducir los reflejos de la luz solar sobre las plantas de las que se alimentaban. O acaso manchados, como los leopardos, o rayados, como los tigres. Las crías de los animales modernos, como los leopardos, o rayados, como los tigres. Las crías de los animales modernos son a menudo distintas de las que sus padres porque viven más cerca del suelo. Las crías de jabalí tienen el pelaje rayado para ocultarse en los bosques.

Como los camaleones actuales, algunos dinosaurios quizá podían cambiar de color. Si su alimento se encontraba en las tierras bajas pantanosas, pero también pasaban tiempo en las tierras altas y arenosas, tal vez cambiaran de color para adaptarse a ambos lugares. Los pequeños herbívoros cambiarían de color para confundirse con las distintas plantas de las que se alimentaban.

Si vivían en llanuras despejadas, algunos dinosaurios quizá tuvieran colores y rayas que confundirían a sus enemigos. Imagina lo difícil que debe ser para un león concentrarse en una sola cebra de todo un rebaño. Todas esas franjas son, en efecto, muy desconcertantes. Algunos dinosaurios pudieron presentar manchas por la misma razón.

En otros dinosaurios el dorso sería oscuro y el vientre, claro, como muchos antílopes actuales. Esta diferencia de tonos dificulta distinguir el cuerpo del animal a distancia.

Esta mezcla de colores claros y oscuros actúa como camuflaje en distintos entornos. En una llanura, a pleno sol, un depredador no podría ver el vientre blanco. En un bosque con sombras, lo veía al huir la presa, pero no percibiría su forma completa.

Es probable que las fantásticas crestas de los hadrosaurios tuvieran todo tipo de colores. Quizá las usaran como banderas vistosas para alertar a otros miembros del rebaño. Los colores les ayudarían a destacar en los bosques oscuros, así distinguirse mutuamente con facilidad. Pero los depredadores también podían distinguirlos.

¿Alguna vez te has preguntado por qué las avispas tienen rayas amarillas y negras? En la naturaleza algunos colores indican peligro, como en este caso. Avisan a los depredadores de que ese animal es venenoso.

Los animales aprenden a asociar experiencias desagradables con colores concretos: si alguna vez una avispa les ha picado, en el futuro se alejarán de cualquier animal con los mismos colores.

Quizá los dinosaurios tuvieran colores tan vivos como la asombrosa rana arborícola sudamericana, que puede ser amarilla y negra, roja y negra, toda morada o incluso verde, con patas moradas y ojos y dedos rojos. Estos colores indican a los depredadores que las ranas arborícolas son venenosas. Su veneno es tan potente que puede paralizar un ave o un mono casi al instante. Pero, en realidad, las mejores defensas de las ranas son sus vivos colores. Los colores de peligro evitan a estos animales ser atacados de entrada.

Algunos animales pueden presentar colores vivos o apagados según las circunstancias. Las mariposas se comunican con otros miembros de su especie gracias a sus vivos colores. Pero la parte baja de una mariposa suele ser pardo mate. Cuando tiene que ocultarse de un depredador, la mariposa da un salto mortal y se queda inmóvil. Quizá los dinosaurios podían hacer algo parecido. Los ceratópsidos, quizá levantaban la placa ósea del cuello para indicar a los miembros de la mandada dónde estaban, pero las ocultaban rápidamente si veían acercarse a un enemigo.

Los pequeños dinosaurios indefensos, que no eran peligrosos, quizá fingían serlo. Tal vez eran rojos y negros o amarillos y negros, los colores de una especie peligrosa. También podían tener el mismo tamaño y forma que un dinosaurio peligroso.

Existe una famosa historia de la antigüedad sobre un lobo que se vistió de cordero para mezclarse con un rebaño. Los científicos dicen que algunos dinosaurios, como el carnívoro Troodon, pudieron mezclarse con un rebaño de sus presas, como el Orodromeus, porque su tamaño y colores eran muy parecidos.

LA PIEL

La piel de los dinosaurios estaba bien adaptada para vivir sobre tierra. Dura y escamosa, permitía soportar la rudeza y los peligros de la vida prehistórica.

Algunos de los más insignes buscadores de fósiles han sido incapaces de encontrar pruebas de cómo era la piel del dinosaurio. Esto se debe a que resulta muy difícil que la piel se fosilice. A menudo la piel se destruye antes de que tenga tiempo de fosilizarse. Cuando muere un animal en libertad la piel y la carne son las primeras partes del cuerpo que se descomponen. Los carroñeros devoran sus restos antes de que se complete la putrefacción. Sorprendentemente, se han encontrado en Canadá impresiones de piel fosilizada de hadrosaurios. Los expertos creen que los lugares secos en los que vivían estos animales han contribuido a que, tras su muerte, la piel se volviera muy rápidamente dura y correosa. La arena iba cubriendo los cuerpos muertos y se conservaba la piel del hadrosaurio.

La piel del dinosaurio era seca, no húmeda como la de los tritones o las ranas. Como nuestra propia piel, les protegía de la lluvia y la humedad. Estaba perfectamente adaptada a una vida en clima seco, y le protegía de posibles heridas. Los saurópodos tenían la piel escamosa. Los dinosaurios podrían desplazarse gracias a que las escamas estaban unidas por pliegues a la piel. Los dinosaurios acorazados se fosilizaban con relativa facilidad. Presentaban espinas y protuberancias como defensa. Los cocodrilos actuales tienen prominencias similares. Algunos reptiles actuales, como la lagartija, tienen escamas que se solapan como las tejas de un tejado. Otros, como el monstruo de Gila, tienen las escamas claramente unidas, como los azulejos de un cuarto de baño. Los dinosaurios poseían ambos tipos de piel, según fueran acorazadas o flexibles. Cuando los artistas pintan dinosaurios, acostumbraban a representarlos camuflados, pero nadie sabe de qué color eran. Algunos reptiles actuales muestran colores brillantes. Esta particularidad les ayuda a esconderse, atraer a la pareja. Los dinosaurios seguramente tendrían la misma particularidad. Los animales que se confunden muy bien con su entorno se dice que están camuflados. Los soldados se tiznan la cara y llevan ropas que imitan el ambiente que les rodea para no destacar entre la maleza: de la misma manera la piel de los dinosaurios probablemente presentaba dibujos y colores para ayudarle a pasar inadvertido.

LAS CADERAS

Los dinosaurios se dividen en dos grupos principales según la forma de sus caderas. Hasta hace unos cien años, los científicos creían que todos los dinosaurios eran más o menos iguales. Sin embargo, en 1.997, Harry Govier Seeley hizo un importante descubrimiento. Vio que había dos tipos de dinosaurios que se diferenciaban por la forma de sus caderas.

Las caderas de un grupo de dinosaurios eran distintas a las del otro. Este descubrimiento fue muy importante porque permitió a los científicos distribuir los distintos tipos de dinosaurios en dos tipos o suborden. Orden es el término que utilizan los científicos para denominar un grupo específico de animales.

Es muy importante que los científicos clasifican a los animales en grupos diferentes para estudiarlos mejor. Los animales modernos también se clasifican en grupos. Los subórdenes que descubrió Seeley se conocen como sauristiquios, que significa «caderas de lagarto» y Ornistiquios, que significa «caderas de ave».

Los sauristiquios fueron llamados así porque sus caderas eran similares a las de los lagartos. El hueso frontal, o pubis, apuntaba hacia delante.

A los ornistiquios se les dio este nombre porque sus caderas se parecían a las de las ves. El pubis apuntaba hacia atrás.

Los dinosaurios pertenecientes a cada uno de estos órdenes no se parecían; unos caminaban a cuatro patas y otros no. Los que pertenecían al grupo con caderas de lagarto eran carnívoros que andaban sobre dos patas o terópodos, o enormes herbívoros que caminaban a cuatro patas, o saurópodos.

Los dinosaurios con cadera de ave tenían un pico córneo. Algunos avanzaban sobre dos patas y su complexión ligera les permitía correr muy deprisa. Otros eran mucho más pesados y caminaban a cuatro patas. También presentaba otras diferencias con los dinosaurios de caderas de lagarto. Los ornistiquios eran herbívoros. Al final de la era de los dinosaurios, había más ornistiquios que sauristiquios.

MUELLES Y TENDONES

DeinonychusPara moverse, los dinosaurios necesitaban, además de músculos, tendones que les proporcionaban más elasticidad.

Todos los animales, incluyendo las personas, necesitan elasticidad: esto es, la posibilidad de encogerse y estirarse. Intenta poner en pie con las rodillas rígidas y verás lo fácil que es para cualquiera derribarte de un empujón. Pero si las doblas, tienen más estabilidad. Los músculos y tendones de las piernas te ayudan a doblar las rodillas y correr. Cuando más elasticidad tengas, más rápido irás.

¿Qué es exactamente un tendón? Un tendón es una cuerda fuerte, hecha de tejido, que une los músculos al hueso. Los mamíferos almacenan lo que se conoce como energía elástica en los largos tendones de sus patas para correr y saltar.

Los dinosaurios rápidos y ágiles tenían largos tendones en las patas que se extendían desde los músculos de la pantorrilla, a través de las articulaciones del tobillo y hasta la punta de los pies. Cuando avanzaban a saltos, sus tendones se extendían y contraían como si estuvieran provistas de un muelle.

Incluso los grandes dinosaurios bípedos poseían largos tendones en las patas para darles elasticidad. Pero los saurópodos más lentos acumulaban la energía elástica en gruesas almohadillas de tejido situadas en las plantas de los pies, para levantar los tobillos durante la carrera.

Los dinosaurios ornistiquios, como los tireóforos, tenían otro tipo de tendón, de hueso, más resistente. A lo largo de su dorso, estos dinosaurios contaban con largas ristras de tendones óseos sujetos por los extremos de tendones óseos sujetos por los extremos mediante tendones de tejido. Los tendones óseos más fuertes impedían que la espalda se hundiera por el centro.

Los dinosaurios, como los paquicefalosaurios, tenían tendones óseos en la espalda y la cola para protegerlos en sus duelos a cabezazos. Sus fuertes tendones les evitaba sufrir tirones si daba un salto repentino.

Los anquilosáuridos con porra en la cola tenían una masa de tendones óseos en la base de la cola que reforzaba el espinazo y mantenía rígida aquélla.

CORAZÓN Y PULMONES

Nadie sabe con seguridad cómo eran el corazón y los pulmones de un dinosaurio porque los órganos no se fosilizan. Pero los científicos han reconstruido su aspecto y funcionamiento.

Los saurópodos gigantes necesitaban un corazón muy potente para hacer circular la sangre por su enorme cuerpo. Algunos científicos creen ahora que estos grandes saurópodos tuvieran más de un corazón para impulsar la sangre a tanta distancia.

Imagina la fuerza que debía de tener el corazón para bombear la sangre de un extremo a otro del Brachiosaurus. Su cuello era realmente largo. La cabeza se alzaba a más de siete metros por encima del corazón, que tenía que haber sido muy grande y musculoso para poder bombear la sangre a tanta altura.

El corazón de los dinosaurios probablemente tenía dos partes diferenciadas, como el de los humanos. Una bombea la sangre hacia el cuerpo y otra hacia los pulmones. En estos últimos la sangre capta oxígeno y vuelve, una vez oxigenada, a la otra parte del corazón, desde donde es enviada al resto del cuerpo. Las válvulas del corazón son como puertas que se abren y se cierran en una sola dirección.

Cuando respiramos, absorbemos oxígeno, que llega a nuestros pulmones por unos tubos conocidos como bronquios. En ellos se filtra el aire y se expulsan los gases de desecho. Para inspirar y espirar, tenemos que usar los músculos del pecho y del estómago. Los expertos creen que los dinosaurios respiraban de una manera muy parecida a la nuestra. Saben el tamaño de los pulmones de un dinosaurio observando las dimensiones de su caja torácica. Cuanta más convexidad presenten las costillas, mayores serán los pulmones.

Se han encontrado esqueletos de algunos dinosaurios con agujeros en las vértebras. Los científicos creen que contenían sacos aéreos. Las costillas los comprimían, y se llenaban y se vaciaban como fuelles, impulsando el aire de los pulmones dentro y fuera.

Aunque no podemos saber con seguridad a qué ritmo latía el corazón de un dinosaurio, podemos imaginarlo observando el corazón de otros animales. Sabemos que en los animales pequeños late con más rapidez que en los mayores. El corazón de una persona late unas 70 veces por minuto. Así, a un dinosaurio como el Triceratops, que tenía el tamaño de un elefante, quizá el corazón le latiera unas 30 veces por minuto.

EL ESTÓMAGO

El estómago de los dinosaurios variaba según el estilo de vida y sus hábitos alimentarios. En general, en el estómago de los grandes herbívoros había más actividad que en el de los carnívoros. Esto se debe a que digerir vegetación dura es más complicado que digerir carne.

Para muchos dinosaurios, la digestión empezaba en la boca, al masticar. Esto también ocurre con los humanos. Los dientes trituran la comida hasta convertirla en una pasta, y unos juegos digestivos especiales de la boca (la saliva) descomponen el alimento, facilitando después la labor del estómago.

Cuando el gigantesco Brachiosaurus tragaba, la comida descendía por su esófago, el largo tubo que va de la boca hasta el estómago. Los músculos del esófago estrujaban la comida para hacerla avanzar, como cuando se aprieta un tubo dentífrico.

Cuando el alimento llegaba al estómago, ya estaba medio digerido por los jugos. Allí era convertido en una especia de sopa por los movimientos ondulantes de los músculos. Después pasaba a los intestinos. Después pasaba a los intestinos, donde se absorbía el alimento que contiene la comida. El resto se excretaba de la forma habitual.

Algunos dinosaurios no tenían dientes trituradores. Los estegosaurios y anquilosaurios se alimentaban de plantas blandas, arrancando pequeños bocados que no hacía falta masticar. Su sistema digestivo era muy largo porque esta comida se digiere muy lentamente.

Algunos saurópodos podían comer piñas de pino enteras y alimentos parecidos porque engullían gastrolitos (piedras estomacales). Mientras que los músculos removían la comida en el estómago, las piedras ayudaban a triturarla hasta formar una pasta.

Los gigantescos saurópodos como el Brachiosaurus tenían un enorme estómago e intestinos con muchos compartimentos diferentes. Necesitaban todas estas cámaras para la complicada tarea de digerir la comida. Desde el estómago, el alimento pastoso recorría los intestinos hasta llegar a un ciego u órgano en forma de saco. Los microbios (seres vivos diminutos) del ciego descomponían aún más la comida.

Algunos carnívoros no masticaban la comida. Los dientes del Eustreptospondylus no eran trituradores, sino afilados como cuchillas, y cortaban grandes pedazos de carne de la presa, que se engullían enteros, pies la carne resulta más fácil de digerir que las plantas.

Las vacas mastican dos veces la comida. Después de una primera masticación, el alimento se digiere en la primera parte del estómago (la panza); después es devuelto a la boca del animal para que lo vuelva a masticar. Las vacas mastican moviendo las mandíbulas de lado a lado: la mandíbula superior va en una dirección y la inferior en la opuesta. Quizá los ceratópsidos comieran de forma similar.

LAS COLAS

La mayoría de los dinosaurios usaban la cola para defenderse de los depredadores. Al Diplodocus, por ejemplo, le caracterizaba una cola muy larga, que usaba como látigo si se veía amenazado por un enemigo. El Stegosaurus tenía espinas en la cola que podían herir gravemente a un dinosaurio agresivo, y la cola en forma de porra del Euplocephalus también era un peligro para los carnívoros. Sin embargo, éstos no necesitaban emplear la cola para defenderse, puesto que contaban con garras y dientes. Se servían de la cola para mantener el equilibro mientras corrían.

Cerca del extremo de la cola, el Stegosaurus tenía dos pares de grandes púas de hueso y con la punta muy aguzada. Ésas eran sus armas, y las usaba para defenderse de los depredadores al acecho. Si le atacaban, el Stegosaurus golpeaba con la cola, y las púas de clavaban profundamente en la carne de su enemigo.

El Iguanodon no tenía la cola en forma de porra ni provista de espinas para defenderse. Su arma eran los afilados espolones de los pulgares. Usaba la cola, de 4 metros de longitud, para mantener el equilibrio cuando se incorporaba y andaba sobre las patas traseras. Debido a la potencia de su cola, algunos expertos creen que el Iguanodon se apoyaba a veces sobre ella, como los canguros actuales.

El Deinonychus, carnívoro temible, tampoco necesitaba servirse de la cola: atacaba con sus grandes garras curvas. Usaba la cola para mantener el equilibrio, y la mantenía tiesa y paralela al suelo para correr. Se ponía rígida mediante una especie de varillas óseas. Algunos paleontólogos creen que el Deinonychus usaba la cola como timón para maniobrar y esquivar los objetos durante la carrera.

Ni siquiera los mayores dinosaurios estaban a salvo de las agresiones. El Diplodocus era enorme, pero tenía que usar la cola, tan larga como el resto de su cuerpo, como látigo para defenderse de los depredadores carnívoros como el Ceratosaurus. Un golpe certero con aquella cola tuvo que ser terrible para un enemigo. La cola también servía al Diplodocus para mantener el equilibrio cuando se incorporaba sobre las patas traseras a fin de alcanzar las hojas más altas de los árboles. La cola, que se iba adelgazando hacia el extremo, constaba de 73 huesos.

La gran porra del extremo de la cola del Euplocephalus era de hueso. Cuando este dinosaurio era atacado, empleaba los potentes músculos de la cola para golpear a sus enemigos, a los que podía fracturar los huesos de las extremidades. Esta porra alcanzaba a veces un metro de ancho. Un mazazo con ella equivalía a arrojarle a uno una nevera.

Aunque el Tyrannosaurus rex es uno de los dinosaurios más temidos, aún no se han encontrado fósiles de todos los huesos del extremo de la cola, por lo que nadie conoce exactamente la longitud que alcanzaba. Muchos científicos creen que la cola era tan larga que la arrastraba al caminar. El Tyrannosaurus rex sólo usaba la cola para mantener el equilibrio.

El hábitat y clima de los dinosaurios

Aquí se muestran varios lugares hipotéticos y a continuación cómo los dinosaurios vivirían en cada uno de ellos. Para encontrar más fácilmente el contenido deseado, pulsa en los siguientes temas:

Los dinosaurios tuvieron que adaptarse a días de sol abrasador y noches de gélida oscuridad. También se producían continuas erupciones volcánicas, violentas tormentas y riadas repentinas.

¿Por qué cambió tanto el clima durante la Era de los Dinosaurios? Una razón es que cuando aparecieron los primeros dinosaurios, todos los continentes estaban unidos. Eso significa que había vastas regiones interiores adonde no llegaban los vientos del océano, cargados de lluvia, y por eso el clima era más seco. Pero cuando los continentes empezaron a separarse, el clima cambió progresivamente.

En el período Jurásico, grandes porciones de tierra quedaron cubiertas de mares poco profundos, y los vientos procedentes del mar llevaron la lluvia a zonas que hasta entonces eran desiertos. En el Cretácico, los continentes se parecían mucho a los actuales.

¿Cómo lograron sobrevivir los dinosaurios en los desiertos del Triásico? El primitivo dinosaurio herbívoro Lesothosaurus posiblemente entraba en un estado de sueño o estivación durante las sequías.

Algunos dinosaurios del desierto quizá estuvieran recubiertos por unas púas especiales como algunos lagartos espinosos del desierto australiano. Estas espinas retienen el rocío que baja por unas ranuras hacia la boca del animal.

En el período Jurásico llovía mucho más. Una tormenta tropical era probablemente tan peligrosa para los animales como en la actualidad. Las aves y los insectos de nuestros días no pueden volar entre las pesadas gotas de lluvia, pero los reptiles, como los cocodrilos, los caimanes y las tortugas, están mucho mejor adaptados. Los dinosaurios probablemente se comportaban de un modo parecido a estos reptiles.

La Tierra era más fría y seca en el Cretácico. Las selvas se aclararon y aparecieron llanuras despejadas con helechos y equisetos. Los saurópodos de largo cuello fueron sustituidos por dinosaurios herbívoros que se alimentaban de plantas más bajas. Estas llanuras podían quedar inundadas repentinamente después de una tormenta.

Cuando se declaraba un incendio en los bosques prehistóricos, sin duda perecerían grandes grupos de dinosaurios. Un rayo o una lluvia de chispas de un volcán podían iniciar el fuego. Las llamas desencadenarían el pánico inmediatamente entre los animales, igual que en las selvas actuales actuando se incendian, y muchos dinosaurios morirían aplastados intentando escapar.

El fin de la Era de los Dinosaurios fue una época de gran actividad volcánica. La lava o roca líquida que emergía de los volcanes lo destruía todo a su paso, y una nube de gases venenosos se elevaba en el aire, llevando consigo la muerte y la destrucción. Un yacimiento de fósiles encontrado en una región volcánica de América del Norte contenía una enorme manada de Hypacrosaurus que quizá murieron a la vez durante una erupción gigantesca.

Un cambio radical en el clima del planeta pudo causar la extinción de los dinosaurios. Las pruebas fósiles indican la posibilidad de que la Tierra recibiera el impacto de un inmenso meteorito, o quizá se produjo una cadena de erupciones volcánicas. Ambas catástrofes habrían provocado la formación de grandes nubes de polvo en la atmósfera, capaces de ocultar el sol. Los dinosaurios posiblemente murieron de frío.

DINOSAURIOS DEL POLO SUR

¿Te imaginas a un animal viviendo dentro de un congelador? Ése es el frío que hace en el Polo Sur, en la gran masa terrestre de la Antártida. Casi ningún animal o planta puede sobrevivir hoy en el Polo Sur, pero hace 140 millones de años los dinosaurios quizá caminaran por el mismísimo Polo, donde hoy no hay más que nieve y hielo.

Cuando los dinosaurios dominaban la Tierra, los continentes no estaban distribuidos como hoy. Antes de la Era de los Dinosaurios todos los continentes formaban parte de un supercontinente llamado Pangea. Hacia el final del Triásico, esta masa terrestre empezó a dividirse, y sus fragmentos se desplazaron lentamente hacia sus posiciones actuales.

Durante un tiempo, la enorme masa terrestre de la Antártida estaba próxima a la costa este de África y unida a Australia. En el mapamundi, Australia estaba más al Sur que hoy, y la Antártida más al norte. No padecía el frío clima del Polo Sur, la base del mundo.

El clima era entonces, por lo general, más cálido en todo el mundo. Enormes zonas de mar abierto rodeaban la tierra firme, distribuyendo el calor del sol.

Así, en la época de los dinosaurios la Antártida no estaba cubierta de hielo y nieve de cientos de metros de grosor. Allí se han encontrado fósiles semejantes a los del sur de Australia, que entonces era su vecina. Eso demuestra que allí prosperaban numerosos árboles, plantas y animales. Era lo bastante cálido, incluso, para animales como los dinosaurios.

Hacia finales de la década de 1.980 se habían descubierto fósiles en todos los continentes excepto en la Antártida. Los expertos llevan mucho tiempo esperando descubrir algunos también allí, pero la búsqueda es muy difícil entre la nieve y el hielo, donde el terreno está congelado.

En 1.989 llegó la recompensa. Jerry Hocker, del Museo de Historia Natural de Londres, trabajaba con el servicio topográfico británico para la Antártida cuando descubrió parte de un esqueleto fosilizado.

En el Cretácico, el invierno antártico no era tan crudo como hoy, pero seguía siendo bastante frío, con temperaturas gélidas y noches invernales. Quizá el dinosaurio emigraba hacia un lugar más cálido para encontrar comida, como hacen los animales actuales, o acaso estaba hibernando. Cuando hace mucho frío y hay poco alimento en las proximidades, muchos animales actuales hibernan.

La búsqueda de fósiles prosigue en la Antártida. También se han realizado grandes descubrimientos en el extremo sudeste de Australia, cerca de Melbourne, en un lugar llamado Dinosaur Cove. Hace 100 millones de años las antiguadas rocas de allí estaban unidas a la Antártida por un valle, de modo que es casi lo mismo que buscar dinosaurios en la Antártida pero mucho más fácil porque hace más calor.

En la Era de los Dinosaurios, Dinosaur Cove estaba casi en el círculo polar Antártico. En primavera, el hilo y la nieva se derretían y arrastraban hacia los valles los restos de animales que quedaban enterrados, y se convertían en fósiles. Los expertos de las universidades australianas han encontrado más de 150 tipos de fósiles diferentes. Creen que la temperatura media quizá alcanzara los 10 ºC.

Los fósiles muestran que muchas plantas vivieron allí y probablemente también en la Antártida, apenas un valle de distancia. Los troncos de los árboles conservados muestran anillos de crecimiento que prueban que el clima era lo bastante cálido para que crecieran durante parte del año. En la estación cálida, el paisaje era verde y exuberante, con plantas como helechos, ginkgos, cicadáceas y algunas flores.

Entre las plantas vivían muchas especies de insectos y reptiles. Las aves y los pterosaurios cruzaban los cielos. Los plesiosaurios, los anfibios, las torturas y los peces poblaban los ríos y largos. ¿Y qué hay de los dinosaurios? Pequeños herbívoros parecidos al bípedo Hypsilophodon y los dinosaurios con cuernos se alimentaban de platas. Los ágiles dinosaurios avestruz atrapaban insectos y pequeños animales. Todos ellos eran presa de los grandes dinosaurios carnívoros parecidos al Allosaurus y al Megalosaurus.

Los fósiles muestran que estos animales y plantas sobrevivían al frío y la oscuridad durante semanas. Sin luz las plantas no crecen, y la mayoría de los animales probablemente se quedaban inactivos, ya que había poco alimento para ellos. Quizá pasaban el invierno durmiendo en cuevas.

Un hallazgo poco corriente muestra que algunos dinosaurios podían ver en la oscuridad. Se trata del cerebro fósil de un pequeño dinosaurio bípedo. Este cerebro tiene grandes lóbulos ópticos que son las áreas encargadas de la visión.

Este dinosaurio herbívoro llamado Leaellynasaura quizá usaba su aguda vista para buscar alimento en los oscuros días de invierno. Probablemente comía hojas caídas o raíces de plantas. Acaso la grasa que almacenaba en su cuerpo durante el verano le ayudaba a sobrevivir. Estos fósiles son muy recientes. Los expertos aún no han decidido qué aspecto tenían estos dinosaurios.

DINOSAURIOS DEL POLO NORTE

En un mapa o en una esfera terrestre, el Ártico se representa como una zona blanca con el Polo Norte en el centro. Pero no es tierra firme, sino un inmenso casquete de 5-10 metros de espesor que flota en el océano Ártico. En el Polo Norte no hay tierra firme, al contrario que en el Polo Sur.

La Tierra gira alrededor del Sol un poco inclinada, lo que significa que el Ártico queda más alejado del Sol en invierno, y recibe muy escasa luz del día durante muchas semanas. En esta época, el Ártico es un lugar de frío intenso, con vientos glaciales y una noche interminable. Sobre el océano casi congelado flotan los icebergs y el hielo compacto. ¿Cómo podían vivir allí los dinosaurios o cualquier otro ser?

Los dinosaurios vivieron en las tierras que rodean al Ártico. Incluían herbívoros como el Parasaurolophus, carnívoros parecidos al Tyrannosaurus y al Troodon, y muchos otros animales y plantas.

En el Ártico hay un poco de tierra firme. El norte de Europa, Alaska, Canadá, Groenlandia, Islandia y la Federación Rusa se internan en el círculo Polar Ártico.

Durante la Era de los Dinosaurios, estas tierras no tenían la forma actual. Durante millones de años se han desplazado por el planeta. Cuando aparecieron los primeros dinosaurios, toda Norteamérica estaba mucho más al Sur, lejos del Círculo Ártico.

En tiempos de los dinosaurios, el clima del mundo era, en general, más cálido. En el Polo Norte no había una inmensa capa de hielo, pero la Tierra giraba alrededor del Sol con la misma inclinación que hoy en día. Por eso, en el extremo Norte había semanas de oscuridad invernal y el clima era, probablemente, casi gracias.

Los científicos han encontrado fósiles de dinosaurios en la Norteamérica central, pero no sabían hasta qué latitud al Norte llegarían los restos de dinosaurios. Estos animales habrían tenido dificultades para soportar las bajas temperaturas y las largas semanas de oscuridad.

En 1.985, Bill Clemens y su equipo de la universidad de California fueron de expedición a Alaska. Excavaron buscando fósiles en la costa Norte, cerca del río Coleville. Tuvieron suerte y encontraron restos de dinosaurios. Pertenecían a los hadrosaurios con pico de pato Parasaurolophus y Edmontosaurus, y estaban encajados en rocas.

La expedición de Bill Clemens encontró también dientes fósiles de dinosaurios carnívoros, parecidos al Tyrannosaurus y al Troodon. Finalmente se habían descubierto dinosaurios árticos, pero los hallazgos plantearon nuevas preguntas. ¿Podían vivir allí los dinosaurios todo el año o migran de Norte a Sur y viceversa cada año?

En Alaska se han encontrado muchos animales y plantas fósiles de la Era de los Dinosaurios. Las plantas eran las mismas que se encuentran hoy en el norte de Europa. Esta rica vegetación suponía un festín para los dinosaurios herbívoros durante el verano.

Pero las plantas como las cicadáceas eran casi todas caducifolias. Perdían las hojas durante el largo y oscuro invierno y dejaban de crecer. Sin plantas verdes habría habido poco alimento para los dinosaurios y otros animales. Entonces, ¿qué hacían ellos en invierno?

Allí se han encontrado fósiles de Parasaurolophus, tanto de adultos como de crías. Algunos científicos creen que pasaban toda su vida en la región ártica. Lo sugieren los fósiles de dinosaurios más jóvenes, demasiado pequeños para ir muy lejos andando. Quizá sobrevivían en invierno permaneciendo fríos e inactivos en una especie de hibernación o sueño invernal, como muchos lagartos, serpientes y otros reptiles de hoy en día. Otros dinosaurios habían intentado ir hacia el Sur durante el invierno, alimentándose de raíces y tallos de plantas.

Cuando la temperatura desciende y escasea el alimento, algunos mamíferos como los lirones se sumergen en un profundo sueño invernal llamado hibernación. Su cuerpo se enfría y su respiración y el latido del corazón se vuelve muy lento. Los reptiles también se vuelven más lentos en el frío invierno, cuando sus cuerpos están demasiado fríos para moverse con rapidez. Si el frío es excesivo, estos animales no pueden moverse en absoluto.

Otros científicos creen que los dinosaurios podían sobrevivir a un largo y frío invierno, por lo que deberían efectuar largas migraciones anuales. Migración es un viaje a larga distancia. Los animales migran para encontrar mejor alimento o mejores lugares para sus crías, o para evitar las condiciones adversas. Muchas migraciones son viajes estacionales regulares. Los animales migratorios actuales incluyen al alce, al caribú, los ciervos, mariposas entre los terrestres; las ballenas y las focas, entre los marinos; y los gansos y muchas otras aves, entre los voladores. Todos éstos van al Norte en verano y pasan esta breve época alimentándose. En otoño vuelven hacia el Sur para evitar los oscuros y fríos meses de invierno.

Los huesos fósiles y las huellas de otros lugares indican que los hadrosaurios como el Parasaurolophus o el Edmontosaurus probablemente vivían en rebaños. Los primeros encontrarían la seguridad en su gran número durante los prolongados viajes. Quizá lo hacían lo mismo que los caribús actuales; viajar hacia el Norte en primavera, alimentarse de las plantas árticas en verano y regresar hacia el Sur en otoño. Los dinosaurios tiranosáuridos los habrían seguido como los lobos siguen a los caribús, sorprendiendo a los extraviados, los enfermos, los más jóvenes y también a los más viejos.

Los animales migratorios tienen más oportunidades de sobrevivir si se mantienen en contacto. Los Parasaurolophus usaban sus crestas huecas para llamarse unos a otros.

¿Cómo se explica que se encuentren juntos fósiles de dinosaurios jóvenes y adultos? Los jóvenes quizá salían del huevo en el Norte, se alimentaban de plantas veraniegas y crecían lo suficiente como para emigrar hacia el Sur, o quizá salían ya del huevo en el Sur, donde el clima era más cálido. En Alaska no se han encontrado nidos de dinosaurios. Nuevos descubrimientos pueden solucionar los misterios de los dinosaurios árticos.

DINOSAURIOS DEL DESIERTO

Dinosaurios en un desierto En casi todos los desiertos secos crecen algunas plantas, como cactos, y hay animales que las comen. Las rocas y los fósiles muestran que en la Tierra hubo desiertos durante la Era de los Dinosaurios, y algunos de éstos consiguieron vivir en ese medio.

En la época de los primeros dinosaurios, el Triásico, se formaron capas de roca arenisca. Ésta se compone de granos de arena arrastrados por el viento del desierto. Los granos quedaron enterrados y se convirtieron en rocas. En estas rocas se han descubierto dinosaurios.

En algunos desiertos puede hacer mucho frío. Un desierto es un lugar muy seco, con 100 milímetros de lluvia o menos al año. Puede ser cálido como el Valle de la Muerte de California, donde las temperaturas superan los 50 ºC, la mitad del punto de ebullición del agua, o fríos como partes de la Antártida, donde el agua cae principalmente en forma de nieve. Muchos desiertos pueden ser tórridos de día pero helados por la noche.

Hoy en día viven en los desiertos muchos reptiles, incluida la serpiente de cascabel, que se desliza sobre la cliente arena ofreciendo la mínima superficie posible. El lagarto de cuello hinchado vive en las zonas secas de Australia.

Al principio de la década de 1.920, una expedición de buscadores de fósiles realizó asombrosos descubrimientos en las rojas rocas areniscas del desierto de Gobi, en Mongolia. Encontraron docenas de esqueletos de Protoceratops, un pequeño dinosaurio con cuernos, de hace 80 millones de años. Había individuos de todos los tamaños, desde crías hasta adultos, y nidos fosilizados.

El Protoceratops probablemente excava zanjas poco profundas y podía los huevos sobre la arena. Quizá vigilaba los nidos hasta que las crías salían del huevo, porque los desiertos son lugares ideales para los ladrones de huevos.

Los reptiles son animales comunes en los desiertos de hoy. Los lagartos y las serpientes toman el sol para calentar su cuerpo y poder moverse rápidamente. Su piel escamosa conserva la humedad corporal y su orina es densa, pastosa. Esto significa que no necesita beber mucha agua para sobrevivir. Los huevos de reptil tienen la cáscara impermeable para no deshidratarse.

Los dinosaurios eran reptiles y se habrían apartado a la vida del desierto de la misma manera que los reptiles actuales. Los mamíferos, por otra parte, jadean, sudan y producen orina líquida, por lo que necesitan más agua.

Durante el período Triásico tanto los dinosaurios como los mamíferos empezaban a multiplicarse, pero el supercontinente Pangea era cálido y seco en su centro. El hecho de que los reptiles estuvieran bien adaptados a la vida en tales lugares quizá haya sido una de las razones por las que los dinosaurios dominaron entonces la tierra y los mamíferos no.

En los desiertos se forman bien los fósiles. Si un animal muere en un lugar húmedo su cuerpo pronto es devorado por los carroñeros y se descompone con la humedad. En un desierto puede quedar cubierto rápidamente por la arena que arrastra el viento, y es más probable que se conserve. El calor y la sequedad pueden, incluso, momificar el cuerpo de manera que algunas partes blandas se conviertan en fósiles.

En el desierto hay poco suelo orgánico, poblado por escasos árboles y plantas. Las rocas desnudas están muy calientes de día y frías de noche, lo que determina su agrietamiento y disgregación. EL viento y las tormentas repentinas arrastran y desgastan los fragmentos de roca en pequeñas partículas de arena. Esto significa que continuamente quedan expuestas nuevas rocas y nuevos fósiles. Muchas zonas secas, como las erosionadas tierras occidentales de Norteamérica y el desierto de Gobi, en Mongolia, son lugares excelentes para los buscadores de fósiles.

Algunos dinosaurios quizá encontraron formas de sobrevivir bajo el tórrido sol del desierto. El Ouranosaurus medía 7 metros de longitud y sus fósiles se encuentran en las rocas cretácicas de África, probablemente un desierto en aquella época. Este dinosaurio tenía una larga vela de piel a lo largo de su lomo.

Quizá usara su vela para controlar la temperatura del cuerpo. Tras una fría noche se expondría al sol y absorbería el calor con la gran extensión de su vela. Así se calentaría rápidamente y estaría preparado enseguida para la acción. Si se calentaba demasiado podía colocarse en un lugar sombreado y extender la vela a la brisa para refrescarse.

El Spinosaurus vivió aproximadamente en la misma época, hace 100 millones de años. Este gran carnívoro también tenía una vela de casi 2 metros de alto que, como el Ouranosaurus, la usaría para calentarse rápidamente tras el frío de la noche.

Casi todos los animales del desierto evitan el calor enterrándose en el suelo o tumbándose a la sombra de las rocas. Algunos tienen grandes orejas, como el fénec actual, que actúan como la vela de estos dos dinosaurios y sirven para librarse del exceso de calor del cuerpo. Otros, cuando tienen que sobrevivir a una temporada muy seca, se entierran profundamente y permanecen inactivos durante semanas e incluso meses, hasta que termina el período seco y que llegue una de las raras tormentas del desierto y se vuelven activos de repente, y vuelven a su modo de vida habitual. Soportar así los períodos secos se llama estivación. Se parece a la hibernación, cuando los animales duermen durante una época fría. Muchos animales actuales recurren a este proceso, la estivación; las lombrices, que se entierran profundamente en el suelo, los caracoles, que sellan la entrada de su caparazón, etc.

El Lesothosaurus era un minúsculo dinosaurio bípedo que vivió en África hace 195 millones de años. Se han encontrado juntos los fósiles de varios ejemplares en las areniscas rocas de Red Beds, en Sudáfrica, que era probablemente un desierto. Tenía minúsculos dientes para desgarrar hojas. Algunas de las mandíbulas de los fósiles tenían afilados dientes nuevos. Cerca había dientes muy gastados. ¿Por qué?

Algunos científicos creen que este dinosaurio dormía o estibaba durante la larga estación seca. En este tiempo quizá se le caían los dientes antiguos y le crecían otros nuevos, preparándose para aprovecharse de las plantas nuevas. Por algún accidente, un grupo de ellos en estivación se quedó enterrado y se conservó.

DINOSAURIOS DE LA MONTAÑA

Las tierras altas son excelentes lugares excelentes para observar el paisaje. Si asciendes desde los valles y llanuras hasta las laderas de los montes, verás que el paisaje se extiende a gran distancia bajo tus pies. Más arriba, en las montañas propiamente dichas, la tierra se ve como un mapa a tamaño natural.

En general, hoy hace demasiado frío para que los reptiles vivan en las tierras altas, pero millones de años atrás el mundo era más cálido, por lo que algunos dinosaurios quizá vivieran en esas regiones. O quizá subían allí en verano, como las ágiles gamuzas actuales.

Las rocas que contienen fósiles del Anchisaurus, un prosaurópodo, sugieren que este dinosaurio era un morador de las tierras altas. Se trata de un precursor de los saurópodos que vivió a principios del Jurásico en América del Norte. En Sudáfrica se han encontrado parientes cercanos suyos. Estas zonas están separadas hoy por un ancho océano, pero en aquella época todos los continentes estaban unidos.

El Anchisaurus medía unos 2 metros de longitud. Tenía el cuello y la cola muy largos, caminaba principalmente sobre las patas traseras y sujetaba la comida con las delanteras. Probablemente era herbívoro, porque tenía dientes sin filo, el estómago muy grande y los intestinos muy largos, necesarios para digerir las plantas duras que crecían en las tierras altas y secas.

Los animales de tierras altas no se quedan quietos admirando el paisaje. Están demasiado ocupados intentando sobrevivir. Las tierras altas son frías, y cuanto más se sube, más desciende la temperatura; incluso unos pocos cientos de metros suponen una notable diferencia.

Con frecuencia las tierras altas son rocosas y carecen de vegetación. Cuanto más empinadas son las laderas, más deprisa descienden por ellas la lluvia y la nieve del deshielo, y el agua arrastra la tierra dejando la roca desnuda. La ventaja es que hay pocos competidores y pocos depredadores.

En las tierras altas de roca caliza, en barrancos y cuevas del sudoeste de Inglaterra, se encontraron fósiles de Thecodontosaurus, otro dinosaurio primitivo antecesor de los saurópodos. Era pequeño, de cuello corto, quizá vivía dentro y alrededor de las cuevas. Su alimento consistía en las escasas plantas de la zona, y las cuevas lo protegían del cálido sol del mediodía y de las noches frías.

Suponer cómo vivían y morían los dinosaurios estudiando los fósiles y rocas puede ser engañoso. Por ejemplo, los animales que se encuentran enterrados en un lugar quizá vivían muy lejos. Cuando murieron, los ríos desbordados durante la estación lluviosa arrastraron los cuerpos a largas distancias hasta los pantanos. Muchos dinosaurios que se creía habitaban las tierras bajas quizá vivieron realmente en tierras altas.

En 1.881, el buscador de fósiles David Baldwin encontró algunos fragmentos de fósiles de dinosaurio en un lugar llamado Ghost Ranch, en Nuevo México, EE.UU. A partir de estos restos, el experto en dinosaurios Edward Cope dio nombre a uno de los primerísimos dinosaurios, el Coelophysis. En 1.947, otra expedición encontró en Ghost Ranch un fantástico cementerio de dinosaurios donde había quedado un rebaño de estos dinosaurios.

¿Por qué había tantos fósiles juntos? Quizá este veloz dinosaurio bípedo cazaba en rebaños. Las pruebas sugieren que vivían en bosques de tierras altas, acaso cerca de los ríos. Una tormenta repentina pudo inundar la zona y arrastrar sus cuerpos corriente abajo hasta una orilla, donde encallaron y se fosilizaron.

Las tierras altas secas no son lugares ideales para que se formen fósiles. En estos parajes desnudos, los animales muertos son devorados con rapidez por los carroñeros, mucho antes de que sus restos puedan fosilizarse. Cuando sólo se encuentran unos fósiles de dinosaurios incompletos, puede deberse a dos razones; que el dinosaurio era realmente raro, o que vivía en lugares como las tierras altas, donde hay pocas posibilidades de fosilizarse.

El Arrhinoceratops era un dinosaurio con cuernos, de la familia de los ceratópsidos. Medía unos 6 metros de longitud, y tenía una placa ósea en el cuello y tres cuernos en la cara. Vivió a finales del Cretácico, hace 75 millones de años, en lo que hoy es Utah, EE.UU. Sus huesos no son tan corrientes como los fósiles de sus primos con cuernos, pero este dinosaurio quizá fuera tan frecuente como sus parientes. Sus huesos no se han conservado porque vivía en tierras altas, donde raramente se fosilizan los restos.

En las tierras actuales, las cabras montesas y carneros machos se embisten hacia chocar sus cuernos y cabezas. Actúan así para decidir quién es el más fuerte y puede aparearse con las hembras. Los cuernos y el cráneo de estos animales son gruesos y resistentes para absorber el impacto de los duelos a cabezazos. El cráneo de los paquicefalosaurios era parecido y tenía una gruesa cúpula en la parte superior, a modo de casco protector.

El Stegoceras, un paquicefalosáurido que vivió hace 80 millones de años, medía 2 metros de longitud. Era herbívoro y bípedo. Imagínate un pequeño rebaño que vivían entre riscos y acantilados y que se pelaban a cabezazos parra demostrar quién era el jefe y quién conseguía aparearse.

DINOSAURIOS DEL PANTANO

Dinosaurios en un pantano Para los humanos, las tierras húmedas, como ciénagas, marismas, pantanos y las orillas de ríos y lagos resultan muy incómodas. Nos hundimos en el barro, nos mojamos y tenemos frío. Además, nos pican numerosos insectos. Un lugar seco y cálido es mucho mejor para nosotros.

Pero para muchos animales, las tierras húmedas son lugares fabulosos. En efecto, los herbívoros encuentran en ellas abundancia de cañaverales, juncos y otras plantas. Los carnívoros, por su parte, hallan a su disposición grandes cantidades de pequeños animales; insectos, lombrices, peces y ranas. Además, hay mucha agua para beber. Los reptiles sienten especial preferencia por las tierras húmedas.

Muchos dinosaurios vivían en pantanos, ríos y otras tierras húmedas. Los sabemos porque junto a los huesos se han conservado los fósiles de peces y plantas de dichas zonas. Al principio de la Era de los Dinosaurios, predominaba el clima cálido y seco, y había pocas marismas, pero durante el Jurásico llovió mucho más. Aparecieron pantanos, marismas y grandes ríos serpenteantes. Era un paraíso tropical húmedo para algunos de los dinosaurios más famosos.

El aire ayuda a la formación de huellas fósiles. Los dinosaurios y otros animales caminaban sobre la arena o el barro y dejaban huellas expuestas al aire libre. Las pisadas se secaban con el calor y más tarde se rellenaban de fino lodo, que quedaba enterrado y con el tiempo se convertía en roca. Así se conservan las pisadas. Las huellas nos indican cómo se desplazaban estos reptiles, si vivían en grupo y cómo cazaban.

Hace unos 150 millones de años, un gran saurópodo dejó un claro rastro de huellas sobre las arenosas llanuras de lo que hoy es Texas. Cada pisada medía 1 metro de ancho, el diámetro de un bombo de batería. Las huellas se secaron, se cubrieron de barro y con el tiempo se convirtieron en fósiles. Los científicos han mediado el tamaño y la profundidad de las huellas y la distancia entre ellas. Estos datos demuestran cómo caminaban estos grandes animales. La mayoría de los saurópodos avanzaban a unos 5 kilómetros por hora, más o menos como las personas.

En varios yacimientos de fósiles hay rastros de huellas paralelas de saurópodos estampadas sobre el blando suelo cenagoso. Probablemente las dejaron rebaños de animales en movimiento, lo que demuestra que estos dinosaurios viajaban en grupo. A menudo, las huellas más grandes están en el exterior y las más pequeñas, en el centro. Quizá las crías de estos grandes dinosaurios viajaban bien protegidas en el centro, rodeadas por los enormes adultos, más fuertes.

Otras huellas fósiles encontradas en Texas parecen ser sólo de las patas delanteras de un saurópodo. Este dinosaurio era demasiado grande para hacer la vertical. Una explicación es que iba cruzando un lago poco profundo apoyándose en las patas delanteras y dejando flotar las traseras y la cola. Sólo apoya una de las patas traseras cuando quería cambiar de dirección.

A finales del período Cretácico, el nivel del mar subió y aisló a los continentes que iban a la deriva. Grandes llanuras aluviales cruzaban Europa. Gran parte de América del Norte se convirtió en una selva pantanosa. Eran buenos lugares para vivir, con comida y agua en abundancia, y hoy son lugares ideales para encontrar fósiles de dinosaurio.

Se han encontrado fósiles de Iguanodon en Europa, Asia y África. Comía plantas como helechos y equisetos, que crecen en lugares húmedos. En 1.878 se encontraron 39 esqueletos suyos en una mina de carbón de Bélgica. Sabemos que estos dinosaurios murieron cerca del agua, porque junto a ellos se encontraron enterrados peces, cocodrilos y tortugas.

Hace 75 millones de años, las tierras áridas centrales de América del Norte estaban cubiertas de marismas tropicales. En esta región se encuentran tantos fósiles de dinosaurio que ha sido declarada patrimonio de la humanidad por las Naciones Unidas, como las pirámides de Egipto.

Los hadrosaurios, ceratópsidos, Anquilosaurios y ornitomímidos vivieron allí en los últimos años del Cretácico. Eran presa de fieros carnívoros como, entre algunos, deinonicosaurios, como el Dromaeosaurus; y varios tiranosáuridos, como el Albertosaurus.

Uno de los dinosaurios herbívoros nombrados antes era el Anchiceratops, un Ceratópsido con una placa ósea muy larga en el cuello. Sus fósiles se encontraron entre carbón, que son los restos fosilizados de las plantas de aquellos bosques pantanosos.

Durante el período Jurásico, el centro de Europa estaba compuesto sobre todo por islas y albuferas. Allí se han encontrado muchos fósiles, conservados con todo detalle en el finísimo barro y la arena que se depositaron sobre los cuerpos de los animales que caían en el agua.

Uno de estos animales jurásicos era el Compsognathus, un minúsculo dinosaurio que corría junto al agua persiguiendo pequeños animales.

Tanto si cazaban entre las dunas de arena próximas al mar como si chapoteaban entre la exuberante vegetación de las marismas de tierra adentro, muchos dinosaurios estaban bien equipados para sobrevivir en los lugares húmedos.

DINOSAURIOS DEL BOSQUE

Si fueran un animal salvaje, ¿dónde vivirías? Un bosque quizá fuera el mejor lugar. Los árboles te protegen del sol, el viento, la lluvia y la nieve. Puedes refrescarte a la sombra o calentarte en los claros soleados. Hay lugares para refugiarse o esconderse, y podrías comer hojas, flores, bayas, frutas y frutos secos. También hay arroyos y charcas para beber y lavarse. Como los dinosaurios, hoy muchos animales viven en bosques.

Los científicos creen que algunos dinosaurios vivían en los bosques porque han encontrado sus fósiles junto a otros de hojas y árboles y los restos de otros animales habitantes de este medio.

Durante la Era de los Dinosaurios surgieron y desaparecieron bosques. El Triásico fue seco y cálido, por lo que las selvas tupidas eran escasas. Al volverse el clima más húmedo en el Jurásico, los bosques tropicales se extendieron. Gran parte del carbón se formó durante este tiempo. A lo largo del Cretácico, amplias extensiones de tierra firme quedaron inundadas.

El carbón del Jurásico. En las cálidas y húmedas selvas, las plantas y los árboles se descomponían y formaban turba, que quedaba enterrada. A lo largo de millones de años, la turba se transformó en una roca negra y reluciente llamada carbón. El carbón está compuesto por madera y hojas fosilizadas, y por eso arde tan bien. El principal período de formación del carbón fue el Carbonífero, un período que terminó hace 80 millones de años antes de que empezara el Jurásico. Pero el carbón de éste último, demuestra que en esa época tuvo que haber grandes selvas.

El Coelurus era un dinosaurio del Jurásico de unos 2 metros de longitud. Era un terópodo de huesos ligeros. Atrapaba animales pequeños con sus garras, en los bosques de América del Norte.

El Dicraeosaurus era un saurópodo. Vivió en el sur de África, en el Jurásico. Pero era más pequeño y tenía el cuello y la cola más cortos que la mayoría de los saurópodos, quizá para no verse obligado a competir con sus parientes próximos.

Imagínate a un Dicraeosaurus, un Barosaurus y un Brachiosaurus, los cuales eran saurópodos, alimentándose de las hojas de un solo árbol. El primero tenía el cuello corto y llegaba sólo a unos 6 o 7 metros. El cuello más largo del segundo le permitía alcanzar los 8 o 9 metros. El tercero, con su largo cuello y sus patas delanteras podía llegar hasta los 12 metros. Así, estos dinosaurios comían a distintos niveles y había alimento para todos.

Hylaeosaurus significa reptil de los bosques. Los fósiles de este dinosaurio se encontraron en 1.833. Era un nodosáurido, ya que tenía duras protuberancias óseas y gruesas espinas a lo largo del lomo. Vivió en el sur de Inglaterra, en el Cretácico.

El Corythosaurus era un dinosaurio muy grande con pico de pato. Vivió en Alberta, Canadá; y en Montana, EE.UU., a finales del Cretácico. El contenido fosilizado de su estómago muestra que se alimentaba de hojas de magnolia y pino, semillas y frutos, por lo que es de suponer que vivía en los bosques. Tenía además una extraña cresta redondeada, de unos 30 centímetros de altura, en forma de medio plato. ¿Por qué?

Esta cresta hueca quizá servía al dinosaurio para emitir potentes sonidos. Muchos animales actuales de los bosques se comunican mediante sus bramidos, ya que no pueden verse unos a otros entre el tupido follaje. Se llaman para mantenerse en contacto con el grupo o para ahuyentar a los enemigos. Los monos aulladores tienen una bolsa especial en la garganta que les permite aullar.

El Parasaurolophus era otro dinosaurio con pico de pato que vivió en los bosques del Cretácico de América del Norte. La cresta de la parte posterior de su cabeza medía 2 metros de longitud, más que una persona adulta. Quizá usara esta cresta como casco para abrirse paso entre la tupida vegetación. El casuario, un ave actual de las selvas australianas, usa su cresta del mismo modo.

Los científicos creen que los hadrosáuridos vivían en grupos o manadas. Sus crestas quizá estuvieran cubiertas de piel y escamas de vivos colores, que utilizarían como vistosos estandartes para enviar señales visuales entre los árboles a sus parejas y rivales. Entre las sombras del bosque, sólo serían visibles los colores más vivos.

No sólo los hadrosáuridos se podían comunicar con colores. Muchos otros animales actuales se comunican utilizando el color y el movimiento para enviar mensajes como para aparearse o defenderse. El lagarto de collas americano usa su vivo color azul para atraer a la cabeza. El lagarto macho de la especie Anolis es verde, y tiene un pliegue de piel de un rojo intenso en la garganta que se extiende para impresionar a su pareja. El clamidosaurio australiano hincha su gorguera de color amarillo para ahuyentar a sus enemigos. Todos estos animales son reptiles, como los dinosaurios, por lo que es posible que algunos dinosaurios hicieran lo mismo.

El Dromiceiomimus vivió al mismo tiempo que los dinosaurios con pico de pato americanos. Era un dinosaurio avestruz con pico. Podía correr a gran velocidad sobre sus largas y delgadas patas traseras, persiguiendo pequeños mamíferos y reptiles. Tenía los ojos muy grandes y el cerebro mucho mayor, con relación al tamaño de su cuerpo, que otros dinosaurios.

Muchos dinosaurios eran animales bastante grandes, con los pies firmemente plantados en el suelo. No hay ninguna prueba de que ni siquiera los dinosaurios más pequeños treparan a los árboles. Los diminutos mamíferos de la Era de los Dinosaurios, parecidos a musarañas, habrían considerado que los árboles eran lugares ideales para ocultarse. Con su abrigo de piel y su sangre caliente, los mamíferos podían permanecer activos y cazar incluso en las noches más frías, mientras los dinosaurios dormían.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *